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Entrevista:SANTOS ZUNZUNEGI | Catedrático de Comunicación Audiovisual de la UPV | UNIVERSIDAD

"El cine español padece una salud creativa pésima, con excepciones"

Santos Zunzunegi (Bilbao, 1947), catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad del País Vasco (UPV), acaba de ganar el primer Premio Internacional Francisco Ayala, convocado por el Consejo Audiovisual de Andalucía y dotado de 30.000 euros, con su ensayo La mirada plural.

Pregunta. ¿Qué analiza en su libro?

Respuesta. Es una visión global de la variedad de miradas sobre el cine del siglo XX. Incluye a cineastas clásicos como Buñuel; modernos como Godard o Bertolucci; autores no tan visibles para el público, como Straub y Huillet... Me interesan los cineastas raros, los que tienen una visión personal. Y me dirijo a personas que conciben el cine, más que como un mero espectáculo o entretenimiento, como arte.

"Es malo que el cine de espectáculo no conviva con uno más arriesgado"
"Vigalondo y Cobeaga muestran que la UPV facilita hacer buen cine"

P. ¿Cómo han condicionado al cine las nuevas tecnologías?

R. El cine fue en el siglo XX el acondicionador del imaginario social, pero eso empezó a cambiar con la televisión. Ha pasado de ser un espectáculo de masas a sobrevivir compitiendo con nuevas formas de imagen. Internet está haciendo cambiar hasta la forma de consumir cine. Ante esa transformación, hay quien incluso habla de post-cine.

P. ¿La influencia entre formatos enriquece?

R. El mestizaje puede ocurrir para mal: por ejemplo, el costumbrismo televisivo ha colonizado buena parte del cine español. También hay propuestas interesantes que buscan un diálogo con otras artes: cintas que se exhiben en museos, que se integran en instalaciones artísticas, como la última película de Pere Portabella, que se ha estrenado en el MOMA

[el Museo de Arte Moderno de Nueva York]. Desde el punto de vista artístico, es lo que más me interesa. Es un producto nuevo, para el que el concepto "película" se queda corto.

P. ¿Goza de buena salud el cine español?

R. Padece una pésima salud creativa, salvo excepciones consagradas como Almodóvar o Víctor Erice. Está bajo mínimos, colonizado por un costumbrismo televisivo de muy bajo vuelo. A los autores interesantes, como el citado Portabella, les cuesta más difundir sus películas aquí que en otros países. No es malo que exista un cine de espectáculo. Lo malo es que no conviva con un cine más arriesgado que trate al espectador como adulto, que le muestre cosas distintas. El cine francés, en cambio, ha logrado dialogar con el público y fidelizarlo. Y son de obligada referencia los llamados países periféricos: Irán, Tailandia, Taiwán...

P. ¿En España se menosprecia el cortometraje?

R. Se le considera una especie de escuela de aprendizaje para hacer largos, cuando en el mundo hay autores que utilizan los dos géneros indistintamente, según la duración que necesiten. Me parece mal que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas los excluya de la gala de los Goya. No reconoce lo que ese género tiene de trabajo y de experimentación y convierte a la gala en un acto autista, que no atiende a los autores. Nunca premia el cine español más creativo y avanzado, sino el más convencional. Autores de cortos como Borja Cobeaga y Nacho Vigalondo representan el futuro, la oportunidad de salir de ese muermo creativo.

P. Las listas de las mejores películas de la historia se quedan en los años setenta. ¿Ya no se hace buen cine?

R. A los críticos nos gusta trabajar sobre seguro, y los clásicos han superado la prueba del tiempo. Hay películas comparables a éstas que dentro de 50 años formarán parte de las nuevas listas.

P. ¿En una profesión tan creativa, qué puede aportar la formación universitaria?

R. Las carreras regladas no hacen nacer el genio creativo, pero eso pasa en todos los ámbitos. Estudiar Derecho tampoco te convierte en un gran abogado. Da una base que ayuda a ordenar ideas y a aprender de manera más rápida y menos costosa. Ahora que la educación se ha universalizado es más difícil que la gente despunte, pero noto que hay inquietudes, y cuando hay ganas salen cosas buenas. La universidad tiene que asumir la tarea de facilitarlo, y cineastas formados en la UPV como Cobeaga y Vigalondo demuestran que lo está haciendo.

P. ¿La universidad descuida la investigación y la creación en ciencias sociales?

R. Siempre ha priorizado a las ciencias duras, y el resto somos como una segunda opción. Aún así, en la UPV hay excelentes condiciones para quien realmente quiere investigar. Nunca he tenido limitaciones, y no es ni de lejos una de las universidades peor dotadas.

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