Los acusados del crimen de Berga dicen que son víctimas

Víctimas y no verdugos. Así es como se autodefinieron los nueve acusados por el crimen de Josep Maria Isanta en Berga (Berguedà) antes de que el caso quedase ayer visto para sentencia en la Audiencia de Barcelona. Víctimas de "la presión social y mediática", dijeron sus abogados, que calificaron los hechos de "pelea tumultuaria", según del atestado policial, en la que participaron entre 150 y 300 personas con palos y piedras.

"A partir de una leyenda urbana se tergiversa esa versión", afirmó uno de los abogados defensores para referirse al crimen ocurrido durante las fiestas de La Patum, en 2005. Las ruedas de reconocimiento que se hicieron no son válidas, argumentó otra defensa, a causa de la "repercusión mediática" del caso. En los días del juicio se dijeron "muchas mentiras", apostilló un tercer abogado.

"Yo soy un diablo, pero ellos no son unos santos", explicó al tribunal el acusado Raúl Bravo cuando hizo uso del último turno de palabra. "No todos los que participaron están acusados. Hay un entorno que facilita la acusación de miedo", afirmó el abogado de la acusación Jaume Asens.

La presidenta del tribunal, Ana Ingelmo, acabó el juicio como lo empezó: interrumpiendo a los abogados en los interrogatorios por considerar que repetían preguntas o en los informes finales, por creer que no se estaban ciñendo a los hechos.