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Entrevista:RAFA IRIONDO

El último delantero

Iriondo, testigo del bombardeo de Gernika y la batalla de Teruel, jugó en uno de los mejores Athletic de la historia

Con 323 partidos como jugador del Athletic a sus espaldas y varios centenares más como entrenador, Rafa Iriondo (Gernika, 1918) supone la memoria de medio siglo de fútbol como integrante de una delantera mítica que completaban Venancio, Zarra, Panizo y Gainza. Iriondo, el mayor de ellos, es también el último del quinteto, tras el reciente fallecimiento de su íntimo Zarra. Mantuvo su estilo más técnico que pasional en su posterior trayectoria como entrenador, con éxitos en su Athlétic, pero también con el Betis, Español, Zaragoza o Real Sociedad.

Todo comenzó jugando en un equipo que quebró de una semana a otra. "En 1933, entré en el equipo del pueblo, pero cerró al de poco tiempo por problemas económicos, así que tuve que dejar el fútbol y dedicarme a la pelota a mano". Iriondo tenía también buen estilo en el frontón, hasta el punto de que la llegada de la aviación franquista a Gernika le cogió como juez en un partido. "Tuvimos que salir corriendo hacia el refugio habitual, aunque en el último momento cambiamos de decisión y nos fuimos a otro. Menos mal, porque el primero resultó bombardeado", recuerda.

"¡Cómo íbamos a imaginar que iban a arrasar Gernika de esa manera!"
Jugó 12 años como titular, marcó 115 goles y ganó una liga y cuatro copas
"Ahora la gente anima mucho más, con nosotros era más exigente"

En el refugio sólo pensaba en la reanudación del partido de pelota. "¡Cómo íbamos a imaginar que iban a arrasar Gernika de aquella manera! Creíamos que era un ataque más, pero usaron bombas incendiarias y quemaron todo el pueblo". Su familia tenía una tienda de muebles y una carbonera que desapareció bajo las llamas, como la casa.

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Al poco tiempo, Iriondo fue movilizado por el Ejército franquista, con un batallón de Estella, y marchó a combatir en la batalla de Teruel, donde vivió los momentos más duros de aquel invierno. Acabada la guerra, regresa a Bilbao, donde continúa en el Ejército, en el cuartel de Garellano, con la ilusión puesta en volver al fútbol. "Seguía entrenando por mi cuenta con algún compañero que también jugaba, hasta que un día nos encontramos con uno de los miembros de la dirección del Athlétic y mi amigo le dijo que me hicieran una prueba".

Así de cercano era el fútbol entonces, cuando los jugadores acudían a San Mamés andando o en trolebús. Iriondo pasó los controles del equipo técnico y comenzó a jugar con el Bilbao Athlétic, pero la milicia volvió a cruzarse en su vida tras media docena de partidos. "Me destinaron a África; ya fue mala suerte, a Tetuán". En aquella ciudad, el jugador mantuvo su buen hacer en los partidos de fútbol que jugaba con sus compañeros de regimiento, hasta el punto de que sobrepasó los muros de los cuarteles y el ambiente militar hasta llegar a los responsables del equipo local. "El Athletic me pidió que no jugara y mantuvo la ficha, hasta el punto de gestionar mi regreso a Bilbao".

Iriondo debutó un domingo de 1940 en Valencia, al igual que Zarra. Desde aquel día, jugó durante 12 años como titular, marcó 115 goles y ganó una liga y cuatro copas. Hasta que se marchó al Baracaldo y luego a la Real Sociedad. "La rivalidad era la misma que hoy en día; es más, me tocó jugar el primer partido en San Mamés, donde le marqué el primer gol al Athletic y además ganamos; cosas del fútbol". No sería su última victoria sobre su ex equipo: como entrenador del Betis, dirigió al equipo sevillano en aquella famosa final de 1977 que ganaron los béticos en los penaltis.

El Athletic se mantiene en su corazón. Acude a San Mamés todos los domingos, como un hincha más, aunque reconoce que los tiempos han cambiado. "No sólo por el equipo, también la afición: ahora la gente anima mucho más, con nosotros era más exigente".

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