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EE UU absorberá la mitad de la inversión de Iberdrola hasta 2010

El plan estratégico de Galán prevé un gasto de unos 14.000 millones

Al presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, los planes estratégicos, esos que tanto gustan a los analistas, le salen siempre cortos. Para no más de tres años. Esta semana, el presidente de Iberdrola presentará el plan estratégico de la compañía para el periodo 2008-2010. A punto de recibir el último retoque, el plan prevé destinar la mayor parte de la inversión del periodo -estimada en torno a los 14.000 millones- a las energías renovables. Y con una especial atención a EE UU, país en el que controla Energy East. Además, el plan de la eléctrica descarta construir nuevas centrales.

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Iberdrola, que reivindica el título de primera compañía energética española por valor en Bolsa -más de 55.000 millones de euros-, no quiere perder compás. Esta semana presentará el nuevo plan estratégico 2008-2010. Sustituirá al anterior, que fue aprobado en octubre de 2006 para el periodo 2007-2009 y que en apenas un año se ha quedado desfasado. Sobre todo tras la compra de la compañía escocesa Scottish Power en abril (17.100 millones de euros de inversión) y la estadounidense Energy East en junio (3.400 millones de inversión más 3.000 de deuda).

El nuevo plan de Iberdrola, con un horizonte de tres años, está aún pendiente de los últimos retoques. Pero sus grandes líneas ya están trazadas. La compañía, según las fuentes consultadas, apostará por las energías renovables -energía eólica, fundamentalmente- y, geográficamente, por el llamado Eje Atlántico (Reino Unido, EE UU, México y Brasil). En general, la inversión prevista en el periodo -en torno a los 14.000 millones- se destinará a desarrollar la cartera de proyectos eólicos, engordada tras las últimas adquisiciones hasta los 40.000 megavatios, y a mejorar las centrales de generación eléctrica en funcionamiento.

Estados Unidos se llevará en torno a la mitad de la inversión y la compañía no destinará ni un euro a la construcción de nuevas centrales tradicionales de generación eléctrica.

En España, donde la compañía dispone de una potencia instalada de 25.966 megavatios, según datos de 2006, tampoco se construirá ni una sola central tradicional más. Sí prevé, por el contrario, construir centrales de bombeo (hidráulicas), de rentabilidad asegurada, para atender mejor las puntas de demanda de electricidad.

Iberdrola cree que España tiene margen suficiente entre producción y demanda, lo que permite destinar recursos hacia otros objetivos. En España, ese objetivo, aseguran fuentes de la compañía, será en los próximos años la mejora en la calidad del servicio. Esa idea, traducida, quiere decir que Iberdrola tiene la intención de dedicar parte de su inversión a la distribución eléctrica. Se trata de un terreno delicado, porque la distribución, como el transporte, es una actividad regulada. Dependen del Gobierno, que decide cuánto cobran las empresas por desempeñar esa labor. Y es en este punto donde los planes de Iberdrola pueden chocar con la realidad. Porque si el Gobierno no paga mejor la distribución, los planes de inversión y mejora de la red pueden reducirse.

El de la distribución es un asunto delicado cuando aún está reciente en el recuerdo el gran apagón de Barcelona del 23 de julio pasado que reveló la precariedad del sistema en amplias zonas del país a través de los fallos registrados en instalaciones de Endesa y de REE.

Con el plan recién horneado, Ignacio Sánchez Galán trata, ante todo, de digerir los grandes bocados que en menos de un año ha propinado en el mercado energético internacional. Iberdrola ha ganado tamaño y así, en un hecho que nadie discute, ha puesto mucho más difícil la posibilidad de sufrir una operación hostil. Con un valor en Bolsa de 55.000 millones y una deuda de 24.000, quien quiera iniciar una aventura con Iberdrola necesita disponer -prima de control mediante- de 100.000 millones. Mucho dinero, incluso para el sector de la energía.

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