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Reportaje:Fin de semana

Vitoria se vuelve instantánea

Bajo el paraguas de Elliot Erwitt, la capital alavesa acoge una muestra selecta del fotoperiodismo contemporáneo

Vitoria se ha convertido desde el pasado jueves en la cita ineludible con el fotoperiodismo en el País Vasco. La segunda edición de Periscopio (www.periscopiovitoria.com) lleva hasta la capital alavesa ocho exposiciones que abarcan las mejores expresiones del género, desde el documentalismo, tantas veces irónico, del maestro Elliott Erwitt hasta la osadía compositiva de Jaime de Laiguana, sin olvidar la labor de testigo de conflictos que tiene la cámara en el Líbano, con Alfonso Moral, o en Afganistán, con el trabajo de Ahmad Massoud.

Sin duda, el principal invitado a este festival de la instantánea de lo cotidiano es Erwitt (París, 1928), testigo de la vida norteamericana, sobre todo, pero también de otros lugares del mundo, a lo largo del último medio siglo. La muestra, que se exhibe en la Fundación Caja Vital (Postas, 13-15), recoge algunas de las mejores imágenes que Erwitt ha captado para la agencia Magnum durante los últimos cuarenta años. Estas 140 placas revelan el humor sutil del fotógrafo afincado en Nueva York, pero también su capacidad para la composición y el encuadre o su pasión por los perros, sin olvidar la faceta del fotoperiodista atento a captar la instantánea precisa.

El visitante reconocerá algunas de las fotografías, ya que muchas de ellas se han convertido en verdaderos iconos de la memoria popular y la historia de los últimos decenios. Quién no recuerda esa pareja de amantes captados en el retrovisor de un coche con el mar al fondo o la imagen que muestra en cuidada composición a Marilyn Monroe y su marido Henry Miller acompañados por miembros de su equipo artístico.

La sonrisa irónica que despiertan sus retratos de la sociedad estadounidense se convierte en mirada reflexiva sobre el reciente pasado cuando ejerció como testigo de la cita de Nikita Jrushchov y Richard Nixon en Moscú en 1959, el cenit révolucionario del Che o el dolor de Jacqueline Kennedy tras el asesinato de su esposo en 1963. Su mirada no estaba exenta de crítica. Famoso es su retrato, tomado en el sur de los Estados Unidos en los cincuenta, de un joven negro bebiendo agua en un lavabo mugriento bajo el rótulo "colored", es decir, sólo para personas de color, junto a otro resplandeciente para los blancos.

Sobre las vallas

Bajo el paraguas del magisterio de Erwitt, que entró en Magnum de la mano de Robert Capa, uno de los fundadores de la mítica agencia, Periscopio acoge otros trabajos de fotoperiodismo en diferentes lugares de la ciudad. Uno de los más llamativos se encuentra en las vallas que protegen las obras de la plaza de la Virgen Blanca, el corazón de Vitoria. En esta ubicación insólita cuelgan las imágenes de la exposición Contrastes afganos, de Ahmad Massoud, que consigue lo imposible: retratar un Afganistán en el que, a pesar del conflicto, la gente sigue viviendo.

Massoud, de origen afgano, comenzó de chico para todo de los corresponsales de prensa que llegaban a su país para cubrir los sucesivos conflictos que han azotado Afganistán desde hace décadas. Al final, tomó él mismo la cámara y retrata la cotidianeidad de su país, con centros comerciales, embotelladoras de Coca-Cola, soldados británicos bromeando con los niños o vendedores de peces en Kabul. Esta muestra, como el resto de las de Periscopio, se podrá visitar hasta el 9 de diciembre.

Líbano y los niños

Por desgracia, el fotoperiodismo mantiene una siniestra relación de amor-odio con las guerras, las injusticias y las catástrofes. Las exposiciones de Periscopio lo reflejan bien. Ahí está Alfonso Moral con Líbano, entre el mar y el fuego, una serie de instantáneas tomadas antes, durante y después del bombardeo israelí sobre Beirut. Imágenes que recogen la vida diaria bajo la presión de la violencia armada. (Palacio de Villasuso; plaza del Machete, s/n).

A sus 28 años, el bilbaíno Álvaro Ybarra ya ha cubierto ocho guerras, de Chechenia al Congo. Colaborador de Newsweek, Le Monde o Time, acude a Vitoria con Los hijos del desconsuelo, un panorama estremecedor de la explotación y el sufrimiento infantil en varios continentes (Sala Amárica; plaza Amárica, 4).

Luis Monreal propone una mirada diferente al Islam, alejada del tópico violento y vejatorio. Ummah, imágenes de un islam plural lleva al visitante a la vida cotidiana de diferentes comunidades musulmanas. (Sala Espacio Ciudad; San Prudencio, 30).

La presencia vasca se encuentra en Cuatro esquinas, que recoge en la catedral de Santa María el trabajo de Asier Bastida, Blanca Castillo; Manuel Díaz de Rada, Manix, y Koro Cantabrana. Y en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, Jaume de Laiguana demuestra que es posible desde el estilismo realizar una fotografía con conciencia.

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