Las huellas de Aribert Heim llevan a España
Aribert Heim vive. Eso es, al menos, lo que creen quienes en los últimos dos años persiguen la estela de este viejo criminal de 92 años, un tipo astuto y frío que lleva más de cuatro décadas huido de la justicia. La suerte y el desinterés de la policía española, tanto durante los Gobiernos de Felipe González como de José María Aznar, por la búsqueda de las decenas de nazis que eligieron España como refugio favorecieron que el Doctor Muerte y otros criminales escaparan, probablemente, a la acción de la justicia.
En 1997, EL PAÍS reveló que Heim se escondía en una urbanización de Alicante, pero el silencio de los jueces y fiscales de la Audiencia Nacional, en especial durante el mandato de Eduardo Fungairiño, fue ensordecedor. Nadie se interesó entonces por aquella pista, ni por el pasado de personajes como Wolfgang Jugler, ex miembro de la Escolta SS Adolf Hitler, que entonces paseaba a su perrita Tiffany's bajo el sol de Marbella.
En 2005, la policía de Baden-Baden (Alemania) abrió una investigación sobre el paradero de Heim y ofreció una recompensa de 130.000 euros por cualquier dato que conduzca hasta su madriguera. Lo hizo después de descubrir una cuenta corriente abierta a su nombre en un banco alemán y de rastrear los pagos de uno de sus hijos a un pintor afincado en Girona. De nuevo las huellas de Heim apuntaron hacia la costa de Levante, el refugio dorado de muchos SS.
Tipos como Anton Galler, ex comandante de uno de sus batallones y uno de los hombres más buscados por su participación en la matanza de Sant'Anna, un pueblo italiano en el que en 1944 fueron asesinados 400 civiles, eligieron Dénia para vivir y morir en paz. Su tumba es la número 12, y casi siempre tiene flores. O Gerhard Bremen, ex oficial de las SS, reconvertido en promotor urbanístico. Martín Bormann, antes de huir a Suramérica, pasó también por Dénia, y Otto Skorzeny, el coronel de las SS que liberó en 1943 a Mussolini en el Gran Sasso, también recaló allí antes de instalarse en Madrid. Algunos aseguran que a finales de los noventa Heim se incorporó a las fiestas clandestinas en las que los ex miembros de las SS celebraban el 20 de abril para conmemorar el cumpleaños del führer.
Los agentes españoles y alemanes que ahora siguen el rastro de Heim sospechan que todavía vive. Durante meses vigilaron una vivienda en la Costa Brava que estuvo ocupada por un hombre alto cuyos rasgos eran similares a los del criminal que asesinó a miles de judíos en el campo de exterminio de Mauthausen. La vivienda no está registrada y en su jardín se esculpió un águila nazi.
Pera las nuevas pistas se borran una tras otra: el viejo que vivía en esta casa siniestra no ha vuelto, los pagos del hijo de Heim no eran transferencias para su padre y las huellas que se han tomado, incluso en la cama, a 20 sospechosos, la mayoría turistas alemanes y austriacos, no coinciden con el característico dedo índice y pulgar del asesino. La aparición de la cuenta de Heim en Alemania mantiene la esperanza de cazarle algún día con vida.
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