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Reportaje:XVII Congreso del Partido Comunista Chino

El descontento amenaza a los jerarcas chinos

El XVII Congreso del PCCh, que comienza mañana, busca continuar las reformas desde el poder

A partir de mañana, los pasillos marmóreos del Gran Palacio del Pueblo, en Pekín, serán un hervidero. Unos 2.200 delegados, procedentes de todo el país, se reunirán durante una semana, en el edificio de aires soviéticos de la plaza Tiananmen para celebrar el XVII Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh). El cónclave, que se desarrolla cada cinco años y es el evento más importante de la vida política china, fijará como prioridad la necesidad de un desarrollo económico más equilibrado y la reducción de las desigualdades sociales, y elevará una nueva generación de líderes al Comité Permanente del Buró Político, el máximo órgano de poder del país. La mayor incógnita -que no será despejada hasta el día que concluya la reunión- es quién sucederá al secretario general del PCCh, Hu Jintao, cuando finalice su previsto segundo mandato, en 2012. No obstante, podría ocurrir que del congreso no salga el nombre del heredero, sino que el partido opte por incluir a varios candidatos en el Comité Permanente, y deje la decisión para dentro de cinco años.

El cónclave se celebra cada cinco años y es el evento más importante de la vida política china
Un congreso para crear "una sociedad socialista, justa y democrática"
Los equilibrios de poder son complejos en la política china, marcada por el secretismo
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El 'hombre-máquina' comunista

El objetivo de Hu Jintao -que también es presidente del país y de la Comisión Militar Central-, y que fue iniciado con su ascenso al poder en noviembre de 2002, es profundizar en las reformas, reducir las tremendas diferencias sociales, mejorar la vida de los campesinos, frenar la degradación ambiental y promover políticas "más justas", que reduzcan las crecientes protestas de buena parte de la población. El PCCh ha reconocido que el descontento social se ha convertido en una amenaza para su continuidad.

El informe que Hu leerá a los delegados, en el que hará balance del primer mandato y fijará los objetivos para el segundo, se centrará en dos temas en particular: el "concepto de desarrollo científico" y la creación de "una sociedad armoniosa". El primero establece la necesidad de que el desarrollo chino no se base en el crecimiento a cualquier precio, sino que tenga en cuenta sus consecuencias sociales, medioambientales y culturales. El segundo marca como objetivo la creación de "una sociedad socialista, democrática, basada en el gobierno de la ley, justa, creíble, llena de vitalidad, segura y ordenada, en la cual hombre y naturaleza estén en armonía". Cuando Pekín utiliza la palabra democracia, no se refiere al concepto occidental de la misma. Se prevé que la Constitución del partido sea modificada para recoger el primer concepto, y, quizás también, el segundo.

"El congreso confirmará las actuales políticas en marcha, sobre el desarrollo rural, educación, seguro médico, vivienda. Durante el segundo mandato, Hu deberá proseguirlas y poner en marcha otras para resolver los problemas sociales y mantener un desarrollo social equilibrado", dice Tian Chenshan, director del Centro de Asuntos Este-Oeste, en la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín. Para ello, Hu Jintao deberá contar con un equipo tan cercano a sus ideas como sea posible. De ahí que intentará jubilar a tantos hombres próximos al anterior presidente, Jiang Zemin, como pueda, y sustituirlos por sus aliados en el Comité Central (alrededor de 200 miembros) del partido, el Buró Político (22), y el Comité Permanente.

El XVI Congreso amplió el número de integrantes del Comité Permanente de siete a nueve, para acomodar las fuerzas del secretario general entrante y las del saliente. Cuál sea su composición ahora y si Hu es capaz de designar a su delfín serán un barómetro de hasta qué punto ha logrado dejar atrás la influencia de su predecesor.

Pero los equilibrios de poder son complejos en la política china, que está marcada por el secretismo, y el secretario general del PCCh puede verse obligado a hacer concesiones entre las distintas tendencias e intercambiar cartas, con objeto de evitar una crisis. Entre los candidatos que se perfilan para sucederle y convertirse en el líder de la quinta generación de dirigentes chinos -después de Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao-, están Xi Jinping, Li Keqiang y Li Yuanchao, secretarios del PCCh en la municipalidad de Shanghai y las provincias de Liaoning y Jiangsu, respectivamente.

"No se trata de controlar o de ser controlado, sino de que el Comité Permanente y el partido estén más unidos. La línea de Hu muestra una continuidad de las políticas de Jiang, pero también algunas ideas creativas", dice Tian.

El Comité Permanente tiene ahora ocho miembros, tras el fallecimiento de Huang Ju en junio pasado a causa de un cáncer. Luo Gan, responsable de seguridad, de 72 años, debe retirarse por cuestión de edad, mientras que Zeng Qinghong, de 68 años, número cinco en la jerarquía de poder, e integrante de la llamada banda de Shanghai, el grupo de fieles a Jiang Zemin, ha ofrecido jubilarse. Se prevé que los números dos y tres del escalafón, Wu Bangguo, presidente del Parlamento, y Wen Jiabao, primer ministro, respectivamente, retengan sus asientos. El número de miembros del Comité Permanante, sin embargo, no es fijo. De hecho, en el pasado congreso se aumentó de siete a nueve.

Desde el punto de vista de reformas políticas, no se esperan avances audaces. En un discurso, el pasado junio, en el que marcó el tono en el que se desarrollará el congreso, Hu afirmó que cualquier cambio en este campo será gradual, y tendrá lugar bajo el gobierno único del partido comunista.

Mientras tanto, Pekín ha endurecido las últimas semanas la vigilancia y la represión sobre disidentes y activistas, y el control sobre los medios de comunicación, con objeto de mantener la "estabilidad social" durante el congreso".

Una mujer pasa junto al emblema del Partido Comunista Chino  en el Museo Militar de Pekín.
Una mujer pasa junto al emblema del Partido Comunista Chino en el Museo Militar de Pekín.REUTERS

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