Marruecos acoge la música andalusí
Una asociación relaciona las partituras y técnicas europeas con la tradición oral magrebí
En los días claros del Estrecho, el luthier Carlos Paniagua (Madrid, 1951) ve desde su taller de Tánger (Marruecos), en Borj Bab l-Marsa (la Puerta del Puerto), la costa española; una orilla que él trata de acercar hasta aquí con la música. Han pasado tres años desde que decidiera establecerse en esta ciudad y la primera idea sigue viva: recuperar la complejidad y esplendor de la música andalusí. "Algo que aquí no es difícil", explica. "En Marruecos basta con salir a la calle y escuchar a los músicos. Su tradición nos permite retroceder en el tiempo para oír cómo fue, con su variedad de sonidos, la música andalusí; la misma música que se hacía en la Edad Media aunque, lógicamente, ha ido acumulando matices con el paso del tiempo".
La música antigua vive todavía en la calle y se transmite de padres a hijos en el Magreb
Mientras la música medieval europea permanece guardada en museos y bibliotecas, oculta en libros y tratados, o enunciada en la iconografía y en los códices de la época, en el mundo árabe, más concretamente en el Magreb, la música antigua vive todavía en la calle, se trasmite de padres a hijos en su forma más pura y tradicional, y la gente la conoce y la siente. "Forma parte de nuestro acervo cultural", afirma Omar Metioui, músico tangerino de renombre internacional y especialista en música andalusí. Y añade: "Con todo, lo importante es que entendamos que si bien Europa ha guardado la información iconográfica, la historia, las crónicas..., nosotros hemos guardado la música. Ahora lo que queremos es que puedan unirse ambas cosas".
Y esto es lo que se han propuesto Metioui y Paniagua; ambos trabajan en un solo empeño: enriquecer la música antigua europea y andalusí con la experiencia oral de Marruecos. Para ello han creado la asociación Confluencias Musicales, un proyecto multidisciplinar que pretende recuperar los sonidos más puros de la música que se hacía en Al-Ándalus y que aquí, todavía, vive en la gente; su intención es lograr la simbiosis de partituras y técnica con tradición. El músico Issam Gharbaoui les apoya en este empeño.
"Los músicos marroquíes percibíamos que a las partituras que nos llegaban les faltaba algo", explica Metioui. "Nos resultaba tan difícil interpretarlas como cuando intentas seguir una partitura de flamenco. Les faltaba la improvisación, el sentimiento... ¡Y esto es muy importante! Tan importante que si no aparece esta emoción, este sentimiento en la interpretación, el concierto queda incompleto". Y estos matices, traducidos también a sonidos, percibidos en sutiles notas musicales, fueron los que convencieron a Paniagua para venirse a Tánger a vivir. "¡Tenía que meterme en el charco...!", declara. "Y ahora descubro, después de más de 30 años investigando en España, que aquí hay una gente que es un pozo sin fondo de conocimientos, unas personas que rebosan de sutilezas musicales cuando interpretan".
Tanto Metioui como Paniagua coinciden cuando señalan que, a este lado del Mediterráneo, hay elementos de interpretación, de improvisación, de desarrollo de la música en sí... que no están escritos en ninguna de las partituras que se conocen en Europa. "Pero, sin embargo, cuando tocamos con estos músicos, esos elementos los percibimos en su plenitud", insiste Paniagua. Y pone un ejemplo: "La melodía que se conoce para tocar las Cantigas que, como se sabe, suman más de 400 estrofas, apenas ocupa una línea... Aquí, sin embargo, esta melodía revive y se enriquece continuamente con la experiencia musical de esta gente".
Confluencias Musicales ha puesto en marcha, también, un taller de restauración y fabricación de instrumentos musicales antiguos; además cuenta con una modesta biblioteca. Finalmente, tiene su pequeña orquesta -"que pretendemos que sea estable", dice Metioui-. Con ella sueñan inaugurar algún día un gran festival de música andalusí en Tánger.
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