El circo de '¡Piratas, piratas!' convierte el peligro en arte
Artistas de varios países recorrerán España con sus acrobacias imposibles
¡Piratas, piratas!, además de la última propuesta de Stardust Circus International, una de las mayores productoras de grandes espectáculos de circo y danza en Europa, es una pieza en la que todo es un alarde físico y estético espectacular.
El montaje, que viene de Bélgica y Holanda, se estrena en el Teatro Circo Price de Madrid, formando parte del Festival de Otoño, el próximo día 17, donde permanecerá hasta el 25 de noviembre, para luego visitar las ciudades de Almería, Palma de Mallorca, Barcelona, Bilbao, Vitoria, Santander, Valladolid y Pamplona, antes de realizar su gira por Alemania.
Todo se mueve, en este nuevo montaje, en torno al mundo de los piratas. Ésa es la hilazón temática y estética, quizá aprovechando que se han puesto de moda estos aventureros marinos. Pero aquí no hay imágenes manipuladas ni trucaje alguno; sólo hombres y mujeres de China, Rusia, Mongolia, India y Malaisia, poseedores de unas excepcionales habilidades corporales.
Contorsionismos, números aéreos, acrobacias, saltos vertiginosos al vacío, balanceos en mástiles de varios metros de altura y luchas de espadas son parte de este circo que se puede ver con niños, aunque no es necesario tomarles como excusa para comprobar cómo estos artistas son capaces de cortar la respiración con esos cuerpos adiestrados desde los ocho años, edad a la que suelen empezar en las escuelas nacionales de circo donde se les entrena, de cuatro a seis horas diarias, para llegar al máximo.
El resultado final es una modernización de esas acrobacias imposibles e inverosímiles que conforman la base de los espectáculos circenses chinos, que cuentan con 2.000 años de tradición, donde no faltan instrumentos cotidianos y tradicionales, como platos, bastones, cometas, aros, sillas o diábolos.
¡Piratas, piratas!, una idea de Monica Strotmann y el productor Henk van der Meyden, se desarrolló en China por parte de un amplio equipo que acudió desde Europa y adaptó la estética y posibilidades de los artistas asiáticos circenses a la cultura occidental, hasta el punto de que les hace bailar jumping, surgido de la música jump en Bélgica.
Unos 600 focos, cerca de cien personas entre las que hay 60 acróbatas, 450 trajes y un año y medio de trabajo intenso se ocultan tras las cerca de dos horas y media de este espectáculo que Van der Meyden diferencia del conocido Cirque du Soleil en que es "más dinámico y acrobático, al tiempo que más teatral y marcado por un ritmo vertiginoso...; además, en el Soleil hay dos o tres números buenos; aquí todos son inmejorables", comenta este productor acostumbrado a buscar por circos y festivales a los tops del género con los que convertir el peligro en arte.
Un ejemplo. Tienen un artista que hace un salto de entre 260 y 270 centímetros, cuando en el campeonato del mundo, el salto mayor fue de 235 centímetros. Chen Lin Long, protagonista de la hazaña, no quiere ser deportista porque se sentiría solo, y es más feliz trabajando en equipo y recibiendo el aplauso diario por su trabajo.
Babelia
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