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Columna
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Convocar

Dicen que la ignorancia es atrevida y se suele olvidar que también es amplia. Y profunda. De modo que ya me disculparán si conocían el chiste o dicho político que les voy a contar: "No ha habido peor nombramiento desde que Calígula hizo cónsul a su caballo". Yo confieso que lo ignoraba hasta que me lo he encontrado en las memorias de Colville, el secretario que fue de Winston Churchill, y al que le pasó lo mismo; no, no que su nombramiento fuera, digamos, hípico, sino que se enteró de la broma al poco de poner el pie en el número 10 de Downing Street: "Esta lindeza se ha repetido ad nauseam desde la guerra respecto de mucha gente, pero es la primera vez que la oía. Se la repetí a mi padre, que sonrió y dijo que cuando él era joven la había oído decir de los nombramientos del gabinete de Disraeli. Pensando que era divertido y creyéndola original, él se lo dijo a su padre (...), que respondió: cuando era joven, lord Melbourne hizo un nombramiento...". Total, que de caballo en caballo la frase se podría remontar al de Troya, en cuya guerra también hubo algún nombramiento a lo Calígula, aunque fuera avant la lettre.

Todo esto, evidentemente, no viene a cuento de nada porque cada cual es libre de atribuir la gracieta a quien se le antoje. Ahí están nuestros políticos de la A a la Z para elegir, de modo que no me atribuyan malevolencia alguna si les hablo de Ibarretxe, porque no se trata de ningún cargo, queridos malpensados, sino del fruto de una libre elección: cuando los vascos ejercen su derecho a decidir, eligen a Ibarretxe, quien acto seguido se arroga el derecho a decidir por todos los vascos decretando que convocará un referéndum para que los vascos puedan ejercer su derecho a decidir. Olvídense, ni siquiera Calígula era tan complicado (por no decir su caballo).

Y en esas estamos. Como primera provisión, Ibarretxe ya ha hecho elegir a Zapatero que, aunque no sea vasco, también debe de tener su derecho a decidir algo, por ejemplo, entrevistarse con Ibarretxe. Reconozcámoslo, Ibarretxe no habría podido encontrar un medio más retorcido de sentarse a conversar con otra parte del Estado, de la que él también es una pieza, ni aunque fuera el hombre llamado caballo. En el extraño mundo según Ibarretxe, pedir una cita pasa por proferir una amenaza seguramente para escenificar que, de lo contrario, no se puede hablar con el jefe del Ejecutivo y así victimizarse al par que se muestra como un hombre con un par... de ideas: que sólo puede mostrarse fuerte ante los suyos mostrándose fuerte con el Gobierno y que, de lo contrario, no se comería una rosca.

Lo más divertido del asunto reside en adivinar qué espera Ibarretxe de la reunión con Zapatero. ¿Oír el no a la posibilidad del plebiscito? Eso ya lo ha oído. ¿Pedir algo -parece razonable, siempre piden- para no tener que convocar el referéndum? Dejando de lado que eso sería un chantaje, resta averiguar qué puede pedir para que no le merezca la pena apelar al derecho a decidir de los vascos. ¿Se tratará de obtener aquello que supuestamente tendrían que decidir los vascos, según Ibarretxe, cuando ejerzan su derecho a decidir? ¿Y qué será que no pueda conseguirse por los cauces habituales del Estado de Derecho? Adivínenlo, pero una cosa está clara: si no puede conseguirse, que es lo más probable, Ibarretxe rebobinará la cinta y vendrá a su propósito de convocar la consulta de marras con el argumento adicional de que el Gobierno de España le maltrata porque no sólo no le permite hacer una consulta sino porque, además, rechaza y desprecia la oferta tan buena que él le ha presentado con su mejor voluntad. ¿Para qué servirá ser lehendakari si uno tiene que acabar pagándose las copas en los bares y las cenas en los restaurantes?

Yo no sé si Zapatero se ha dado cuenta del avispero en que le ha metido el lehendakari pero se anotaría un tanto contándole al muy guasón el viejo chiste de Colville aplicado, no sé, a quien guarda la ley aquí, ¿Azkarraga?, sólo para que nos echemos unas risas.

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