El flemático juez del 'caso Diana'
La teoría conspirativa no podrá ser ni probada ni refutada, dice lord Baker
El juicio que se celebra en Londres por la muerte de la princesa Diana y su novio, el egipcio Dodi al Fayed, puede ser irrelevante a efectos jurídicos (no tiene por objeto establecer culpabilidades), pero promete ser tan interesante como una serie de humor británico. Al menos a tenor de las intervenciones del juez que lo preside, Scott Baker. Con flema digna de los Monty Phyton, abordó los aspectos más escabrosos de la teoría conspirativa que rodea la muerte de la princesa, en accidente de tráfico, el 31 de agosto de 1997, en París, sin perder compostura.
¿Estaba la princesa embarazada, como sostiene Mohamed al Fayed, padre de Dodi, y dueño de los almacenes Harrods? Lord Baker anuncia que hay evidencias de que Diana de Gales tomaba por esa época píldoras anticonceptivas, pero tampoco eso es concluyente. "Lo más probable es que la cuestión del embarazo no pueda ser demostrada ni refutada con pruebas científicas", dijo sin pestañear el juez.
Para Al Fayed la cuestión no es baladí, porque asegura que recibió la noticia de que la princesa estaba embarazada (supuestamente de su hijo), en una llamada telefónica la noche previa al accidente. Y supone que la llamada fue grabada por el servicio de espionaje británico (MI6) que decidió poner en marcha un plan de asesinato para evitar que la madre del futuro rey de Inglaterra llegara a serlo también de un niño musulmán. El juez revisa la acusación sin temblarle el pulso y, tras confesar que ha pedido motu proprio datos al MI6, reconoce que sus pesquisas pueden ser de escaso provecho. Después de todo, no es frecuente que los espías compartan sus secretos más íntimos, admite el propio magistrado. La tónica de flemático posibilismo se mantiene en otras cuestiones clave. ¿Iba borracho como una cuba Henri Paul, el chófer que conducía el Mercedes que se estrelló en el túnel del Alma? Los análisis de sangre practicados al cadáver no dejan lugar a dudas, pero los abogados de Al Fayed consideran poco fiables esas muestras y aducen que pudieron ser falsificadas. El juez Baker no toma partido, obviamente, pero da agua a los conspiranoicos. "Pueden concluir", advirtió a los miembros del jurado, "que hay cuestiones insatisfactorias respecto a aspectos de la toma de muestras; algunos de los resultados son ciertamente enigmáticos".
En cuanto a las cartas que el duque de Edimburgo envió supuestamente a la princesa Diana, su hermana Sarah McCorquodale no encontró rastro de ellas en el escritorio de Lady Di. Aun así, lord Baker apostilla: "Es probable que las cartas existan".
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