La vida real contra el arte del museo
Una muestra de Ángel Vergara en el Espai d'Art de Castellón cuestiona el espacio museístico
Cuestionar el papel de los espacios museísticos, su utilidad y funcionamiento, pero también el del espectador, es la premisa sobre la que Ángel Vergara ha desarrollado su exposición, un proyecto específico inaugurado ayer para el Espai d'Art Contemporani de Castellón (EACC), que concluirá el 30 de diciembre. Para lograrlo, ofrece pocas pistas sobre cómo interpretar las piezas, aunque éstas se ubiquen a distintas alturas, y elude los métodos más convencionales de una de las grandes artes, la pintura.
Un espacio institucional en medio de un escenario real. Desde el primero, que aparece vacío, se puede mirar a la nada, muy bien iluminada, o atreverse a observar el espacio exterior, repleto de signos y dispositivos activos. Acción, contexto y posición son los tres conceptos con los que ha trabajado Vergara con elementos que van desde dos antiguos vehículos hasta palabras de neon, proyecciones e iconos locales.
Desde la atalaya en la que ha situado el supuesto museo vacío, blanco y luminoso, se puede observar el resultado del rastreo que Vergara ha llevado a cabo en la provincia de Castellón para esbozar este escenario real, con un estudio de las particularidades que conforman la idiosincrasia local desde una aproximación plural y transversal y que evidencian que se trata de un proyecto específico. De esta manera, tal como apuntó el director artístico del Espai y comisario de esta exposición, Juan de Nieves, el artista ha adoptado un rol de sociólogo.
Para la descripción interpretable de ese panorama real, Ángel Vergara ha utilizado la palabra como eje central del proyecto. Así, con ocho palabras que dan lugar a otras tantas en cada uno de los casos, conforma una red de campos semánticos apoyados con objetos, asociados en el patrimonio artístico local o en la producción económica de la zona, pero sin establecer un orden jerárquico o, incluso, desequilibrando el establecido. Y para darle acción a la muestra, el espacio se ha articulado en torno a un supuesto circuito automovilístico, con la referencia de una carrera de biscuters celebrada en Castellón en 1957 de la que se da cuenta a través de una recuperada filmación casera.
En medio de ese entramado de acción, la exposición exhibe también piezas realizadas con uno de los métodos más característicos del artista, nacido en Asturias pero residente en Bruselas. Éstas se conforman en una serie de escenarios locales y retratos de personajes públicos y anónimos sobre los que aplica su particular método como pintor, interponiendo un pincel ante el objetivo de una cámara de vídeo.
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