La Iglesia quiere limpiar el 'calcio'
Los obispos toman el control de un equipo italiano de fútbol
En Italia, dicen, la Iglesia está en todas partes. No parecía muy presente en los estadios, pero la anómala ausencia queda subsanada: el AC Ancona será tutelado, a partir de esta temporada, por el Centro Sportivo Italiano (CSI), una entidad fundada por las juventudes de Acción Católica y directamente vinculada a la Conferencia Episcopal. El objetivo es "cambiar el histérico mundo del fútbol" dando buen ejemplo y demostrando que con valores cristianos también se ganan partidos. Para dejar bien claro que el proyecto cuenta con las bendiciones necesarias, el papa Benedicto XVI recibirá la semana próxima a la directiva del Ancona, y obtendrá como regalo una camiseta del equipo.
El dinero lo aportan varias empresas patrocinadoras que suelen sufragar proyectos católicos
El Ancona, una institución centenaria, se había apartado últimamente del buen camino. Falsificación de balances, quiebra, descenso a la serie C... la vieja historia de la virtud perdida en el turbulento mundillo del calcio. A falta de un gran historial (su gran momento fue una final de Copa, perdida, en 1994), tenía una larga historia y una afición fiel, de tendencia más bien izquierdista. En 2003, tras la quiebra, la sociedad fue adquirida por la familia Schiavoni, fabricante de material eléctrico.
Todo muy normal, hasta que, a finales de la pasada temporada, los Schiavoni supieron que el CSI y la Conferencia Episcopal preparaban algo llamado proyecto Soccer con la idea de moralizar el baqueteado fútbol italiano. Se informaron y decidieron poner el Ancona a disposición del CSI. El acuerdo fue inmediato. No cambiarán la propiedad ni, de momento, el entrenador, Bruno Tedino, que sólo lleva seis partidos en el banquillo. Pero el CSI asumirá un control completo sobre las divisiones inferiores. La entidad católica quiere captar los mejores jugadores infantiles del país, con la promesa de proporcionarles apoyo escolar y una sólida "formación moral". Los profesionales del primer equipo notarán el nuevo espíritu cuando lleguen tarde a algún entrenamiento, o cometan cualquier otra falta de disciplina: en lugar de pagar una multa, como es costumbre en el sector, tendrán que realizar "trabajos sociales" durante horas.
El CSI no aporta sólo moralidad y buenas intenciones. Pone sobre la mesa 1,6 millones de euros anuales durante tres años, una suma enorme para una sociedad que compite en el equivalente de la Tercera División española. El dinero lo aportan varias empresas patrocinadoras que suelen sufragar proyectos católicos, encabezadas por la firma cafetera Colombini. Según el AC Ancona, otras empresas hacen ya cola para patrocinar las futuras empresas deportivas de la única sociedad del calcio animada por el espíritu cristiano.
La familia Schiavoni se compromete, a su vez, a mantener una contabilidad transparente, a controlar los salarios de los jugadores y a crear en el estadio un "ambiente familiar" capaz de recuperar al público que desertó hace ya años, espantado por la violencia de la grada.
Los tifosi del AC Ancona aún no se han hecho a la idea. En los foros de Internet hay comentarios para todos los gustos. Unos se felicitan por la llegada de dinero fresco. Otros temen "el desembarco de las sotanas". Hay quien, con ironía, se pregunta si será aún posible blasfemar cuando se aúlle contra el rival o el árbitro, o si bastará con confesarse luego. Y quien ahonda en la ironía: "¿Podremos excomulgar al árbitro?". El presidente, Gianpiero Schiavoni, trata de tranquilizar a la hinchada: "La gente entenderá que esta operación sólo aspira a que la sociedad crezca y carece de connotaciones políticas". El 10 de octubre, durante la audiencia general en la plaza de San Pedro, Benedicto XVI recibirá la camiseta roja del Ancona. Poco después, en el Oratorio Pontificio, se presentará el proyecto de forma oficial.
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