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Reportaje:

La guerrilla subterránea de Hamás

La milicia palestina copia en Gaza la táctica usada por Hezbolá en Líbano

En Gaza, los montículos esconden minas y milicianos. Cuando cae la noche, cientos de personas excavan túneles en silencio y los llenan de explosivos. En la superficie hay calma, pero los milicianos de Hamás esperan bajo tierra la anunciada invasión israelí. Los islamistas han copiado la táctica que con tanto éxito aplicó Hezbolá en Líbano tras el ataque israelí de 2006. Israel no oculta sus intenciones: el ministro de Defensa, Ehud Barak, repite que prepara una "gran operación por tierra" para someter Gaza, declarada "territorio enemigo".

No hay que buscar demasiado en la franja de Gaza para toparse con pequeños promontorios de arena que los milicianos utilizan para colocar minas y disparar parapetados sus granadas. Están en infinidad de carreteras próximas a la frontera con Israel, las vías que los carros de combate Merkava recorren para invadir esta porción de terreno controlado por el movimiento Hamás. Pero por primera vez, se han montado estas barricadas en la avenida Yala, en el centro mismo de la ciudad de Gaza. Es, tal vez, la única señal visible de que las Brigadas Ezedín el Kassam, el brazo armado de los islamistas de Hamás, aguardan un ataque en cualquier momento del Ejército israelí. En eso coinciden con el ministro de Defensa hebreo, el laborista Ehud Barak, que no se cansa de repetir: "Una gran operación por tierra está cada vez más cerca".

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Lo que no se ve son las decenas de túneles que se horadan en la franja desde que el 19 de septiembre el Gobierno israelí declarara Gaza "territorio enemigo", una indudable declaración de intenciones y de guerra.

Túneles que sirven para colocar potentes cargas explosivas bajo el asfalto. Invisibles. Emulan así el modelo de Hezbolá, el movimiento de resistencia libanés dirigido por Hasaan Nasralá que logró infligir severos daños a los blindados de Israel en la guerra del verano de 2006.

En la carretera Salahadín, que atraviesa Gaza de norte a sur, no todos los baches son producto del descuido y de la escasez de recursos. De pequeños agujeros en forma de círculo de 40 centímetros de diámetro sale una pequeña ranura en el asfalto. En los hoyos se colocaban las minas y por la ranura discurría el cable para detonar el explosivo. "Eso se veía a simple vista", comenta un miliciano del brazo armado de Hamás.

"Hace tres o cuatro años algunos colaboracionistas con Israel fueron sorprendidos con zapatos que llevaban cuchillas en sus suelas. Así cortaban los cables y desactivaban las minas". Ahora será más complicado. Como topos, los guerrilleros preparan la guerra bajo tierra.

Las Brigadas Ezedín el Kassam han perforado decenas de túneles en las dos últimas semanas. Lo hacen sigilosamente, de noche, para evitar ser detectados. Y comienzan la excavación en lugares en los que no pueden ser sorprendidos.

"Los túneles parten desde casas particulares o comercios de personas que son de total confianza, y recorren decenas de metros hasta las carreteras. Luego dividimos el túnel en dos ramas para colocar más cargas, y cuando están en su sitio volvemos a tapar el túnel con la arena. Sólo un pequeño trozo de cable apenas visible asoma a la superficie", explica un miliciano.

Las medidas de seguridad son extremas. No son pocos los partidarios de Al Fatah, el partido del presidente, Mahmud Abbas, que tienen deseos de revancha. El sigilo debe ser total. Ni siquiera los islamistas deben conocer todos los detalles. "Los jefes militares", precisa un miembro de la brigada de Hamás, "han dividido el territorio en varios sectores. Los encargados de una zona del norte de la franja ignoran dónde están los túneles en el sur". Imposible, no obstante, soslayar todos los riesgos. Un hombre murió ayer asfixiado en Beit Hanún al hundirse la tierra en plena faena.

La alerta es máxima. En los cuarteles policiales, objetivos fáciles para la aviación israelí, apenas deambulan los agentes de la Fuerza Ejecutiva, la policía creada por Hamás tras su victoria en las elecciones del año pasado. Es difícil ver hombres armados por las calles, la estampa habitual en cualquier esquina hasta junio, cuando Hamás expulsó de Gaza a las fuerzas leales a Abbas.

En los túneles de Rafah, en la frontera con Egipto, el contrabando de armas ha caído en picado. La milicia arrebató a la Guardia presidencial un arsenal, vehículos, y equipos de espionaje y comunicaciones que en ocasiones no sabían ni utilizar.

"Ya hemos aprendido", aseguran los guerrilleros. Entre otros motivos porque cientos de milicianos han entrenado en Siria e Irán en los últimos meses. Gran parte de esas armas también está a buen recaudo en búnkeres subterráneos. De momento, a Hamás le sobran fusiles y balas. Pero los pasadizos de Rafah tienen otro cometido. "Por ahí nos llega ahora dinero y por ahí entran muchas personas en Gaza", cuentan los milicianos. Si en la superficie la calma es norma, bajo tierra la actividad es trepidante.

Un tanque israelí circula por una de las puertas de entrada a la franja de Gaza, en la frontera con Israel.
Un tanque israelí circula por una de las puertas de entrada a la franja de Gaza, en la frontera con Israel.ASSOCIATED PRESS

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