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De la profundización social y el Apocalipsis

Eduardo Madina

En los próximos meses, la VIII Legislatura de Cortes Generales se irá acercando a su fin. Atravesamos este tiempo con la dulce sensación de que por fin parece que se ha conseguido imponer, en la agenda pública, un cierto debate sobre políticas sociales. Aunque sea al final, bienvenido sea.

El miedo que el Partido Popular ha tenido siempre al debate de los asuntos sociales, unido a sus necesidades electorales, inclinó su estrategia política hacia otras coordenadas: intentar construir una realidad propia en el relato de los atentados del 11 de marzo de 2004 con la que lavar su conciencia por sus mentiras de Estado, mantener prietas las filas de su electorado sobre la permanente anunciación del Apocalipsis de la patria y tratar de tapar a toda costa la psada gestión del Gobierno central.

El miedo que el PP ha tenido siempre al debate de los asuntos sociales inclinó su estrategia hacia otras coordenadas
La derecha ha sustituido las labores de oposición por las labores de agitación patriótica

El rechazo a la dialéctica sobre la agenda principal del Gobierno socialista ha sido una constante con la que han pretendido evitar una mayor visualización de las prioridades de Zapatero, esto es, crecimiento económico, creación de empleo, ampliación del estado de bienestar y profundización en materia de libertades cívicas. Aunque esto último no han podido evitarlo -el PP ya nos ha manifestado que el matrimonio es ámbito de la Iglesia y no del Código Civil y que educación para la ciudadanía es Lucifer hecho asignatura- pero en todo lo demás, la práctica política del Partido Popular ha rechazado, de forma permanente, cualquier discusión de estos temas sobre la máxima de no dar más espacio visual a la gestión del Gobierno.

Los capítulos de oposición por parte de la derecha han sido principalmente tres a lo largo de todo el periodo; atentado del 11-M -hubo conspiración, el PSOE lo sabe y miente-, la patria -España se rompe- y ETA -Zapatero traiciona a los muertos-.

Sin embargo, la agenda de reformas iniciada hace cuatro años tiene una importancia considerable para la sociedad en su conjunto. Son muchos los sectores sociales que han sido sujetos de políticas desarrolladas por el Gobierno y las mejoras son cuantificables y se pueden observar bien en el impacto que han tenido en la sociedad en su conjunto.

Por ejemplo, la reforma laboral de julio de 2006 que ha servido para la conversión de cientos de miles de contratos temporales en indefinidos y que ha dotado de mayor estabilidad a muchas familias.

Sobre esto, el Partido Popular no dedicó ni un minuto de intervención institucional o pública. Nada dijo y nada aportó.

Tampoco lo hizo con la aprobación del nuevo Estatuto del Trabajador Autónomo, que sirvió para reconocer los derechos laborales reivindicados históricamente por este colectivo. En Euskadi, por ejemplo, 180.000 personas se han visto positivamente afectadas por esta reforma.

Ningún debate ha propuesto tampoco la derecha sobre los incrementos del Salario Mínimo Interprofesional o sobre los incrementos de las pensiones mínimas que se han producido en esta Legislatura. Sobre los esfuerzos realizados por la administración central y orientados al mantenimiento o mejora del poder adquisitivo de sectores importantes de la población, nada sabemos de la posición de la derecha.

Y así, habría muchos más ejemplos, estudiantes, con los notables incrementos de partidas destinadas a becas para jóvenes con rentas bajas, inversiones en infraestructuras y modernización, recursos destinados a la Ley de dependencia o al déficit de la sanidad pública en toda España.

Con todo, han pasado ya cuatro años y son muchas las dudas que nos quedan de la posición del Partido Popular en infinidad de temas. Sólo ahora, a escasos meses de unas nuevas Elecciones Generales, es cuando empezamos a vislumbrar, siquiera un poco, una posición crítica, más o menos definida en la derecha, sobre las nuevas medidas aprobadas por el Gobierno en el ámbito del fomento de la natalidad o de la ayuda al alquiler. Ya era hora.

La sensación que queda es que la política denunciada por la derecha ha estado situada a una inusual distancia de la acción de Gobierno. Desde la óptica de la política económica, laboral y de transformación social, eje central de la Legislatura, la imposibilidad de encontrar al Partido Popular en un debate serio ha sido una constante durante cuatro años.

El proceso de sustitución de las labores de oposición por las labores de agitación patriótica ha impedido una mejor alimentación de un periodo de transformación importante para el desarrollo del modelo de bienestar y para la vida cotidiana de muchos ciudadanos en nuestro país.

Y ahora, sólo ahora es cuando se puede escuchar al Partido Popular siquiera una mínima aportación al debate suscitado por las últimas medidas aprobadas por el Gobierno.

Quizá ahora que ya están tranquilos porque ETA anunció la ruptura del alto el fuego, ahora que ya no tienen recursos con los que prolongar más las barbaridades que hicieron y dijeron sobre el 11-M y que es evidente que España no está rota, es cuando no tengan más opción que debatir sobre las últimas medidas sociales aprobadas por el Gobierno en materia de ayudas a la natalidad o al alquiler de vivienda. Tras el ridículo anuncio del Apocalipsis, tras cuatro años sin aportar nada, bienvenidos sean porque les estábamos esperando.

Eduardo Madina es diputado del Partido Socialista de Euskadi en el Congreso de los Diputados.

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