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Columna
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La avanzadilla de la nueva Europa

Ahora que hemos emprendido la añorada caída libre hacia la soberanía originaria conviene rememorar uno de los acontecimientos más brillantes de lo que llevamos de siglo. A la reunión de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (CTP) que tuvo lugar el otro día en Bilbao no se le ha dado la atención que merece, aparte de la vibrante alocución del lehendakari Ibarretxe, que presidía el acto. Tiene extraordinario interés, porque la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, de la que fuimos miembros fundadores hace 25 años y hemos presidido en dos bienios, constituye el principal logro de la política internacional del Gobierno vasco. Es la única estructura interregional en que hemos conseguido insertarnos.

La del Gobierno tripartito parece una acción exterior animada por ocurrencias de nacionalistas de hace treinta años
En su despedida como presidente de la CTP, Ibarretxe aseguró que este órgano es "una avanzadilla de la nueva Europa" (sic)

Sorprenderá lo anterior, ya que la acción exterior es la niña bonita de la política gubernamental, pero esta suele consistir en: abrir delegaciones del Gobierno en los centros de mando (Bruselas, Madrid, Nueva York) y donde hay "comunidades vascas"; en el apoyo de la diáspora -esto es más bien política del nacionalismo pagada a escote-; y en la solidaridad con "naciones oprimidas" sin demasiados distingos (Montenegro, Irlanda, Flandes, Escocia, Sahara...). Poco más, si se exceptúan la participación en grupos evanescentes como el Foro de Biarritz, que se reúne en Chile el próximo finde, a ver si va el lehendakari, que estuvo en la preparación con memorable discurso, lo malo es que así se perderá el Kilometroak, no se puede estar en todo; y las giras del mismo en que explica por doquier, sea Washington, Georgia, Puerto Rico o Rosario (Argentina) lo que sufrimos tras tantos siglos de opresión española y la ilusión que nos hace sacudirnos ese yugo insoportable.

Entre tanta agitación exterior, casi no se localiza ningún esfuerzo real por colaborar con otras regiones/nacionalidades para construir algo y sacar algo positivo que beneficie al vecindario. La del Gobierno tripartito parece la acción exterior formada por ocurrencias de nacionalistas de hace treinta años, en las vísperas de la transición, cuando se imaginaban a la Gran Euskadi dando doctrina a los Pueblos del mundo; y no la de una comunidad autónoma con décadas de existencia e intereses no siempre dependientes de los sueños ideológicos. Por eso escasea la presencia vasca entre las regiones europeas, fraseologías aparte.

Un ejemplo inmediato lo tenemos los próximos días. El Comité de las Regiones de la Unión de Europa celebra entre el 8 y el 11 de octubre los Open Days, con múltiples actividades en Bruselas y en decenas de regiones europeas. Se diría que éste sería el ámbito en que los nuestros se moverían como pez en el agua. Así permitían augurarlo las briosas palabras del lehendakari hace dos años. "El Comité de Regiones (CDR) sigue siendo el único órgano oficial de la Unión Europea en el que Euskadi es miembro de pleno derecho como tal", "Euskadi sigue estando en el pelotón de cabeza de las regiones más participativas del CDR". Bueno, pues ya no, si es que alguna vez estuvo, que cabe dudar. En los Open Days de este año la presencia vasca es más bien escasa.

Y menos mal que los responsables han espabilado a última hora, que hace quince días ni aparecíamos en los programas, ante mi azoramiento, que no paro en sustos desde que consagro mis días a seguir estos avatares. A última hora se nos informa por fin de que la Delegación de Euskadi en Bruselas estará tal fecha en Bruselas, y que nos han encajado en uno de los 24 grupos de regiones que se han formado, el de "El Atlántico como factor de crecimiento", junto a Cantabria, Aquitania, Azores, Baja Normandia, Merseyside y West Ireland. No está mal, salimos del paso. Pero no participamos en los actos que a la vez se organizan en regiones y ciudades europeas. Otros sitios de España sí, por lo que no podemos culpar a la famosa torpeza exterior de Zapatero. Organizan actos Gijón, Santander, Valladolid, Badajoz, Murcia, Valencia y Barcelona, y hablan de política energética, energía eólica, transporte marítimo, bioenergía, gobernanza local, nuevas empresas, sanidad electrónica e inversiones sostenibles en áreas urbanas. Como no estamos en nada ni hacemos nada -aunque cabía pensar que se echaría el resto, por lo de región europea-, hemos perdido comba.

Los dos años pasados sí hacíamos algo de enjundia en los Open Days, lo que justificaban titulares en los medios del régimen tipo "Euskadi liderando en los Open Days". Tal euforia se debía a que a Euskadi le tocó por turno presidir la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, vean si nos ha sido importante. Nos hemos despedido de presidentes y es una pena, porque hasta dirigíamos en la CTP a Andorra, Estado con representante en el festival de Eurovisión, a españoles pirenaicos y a franceses, gente a la que les gustan las ostras y el queso y a la que ya pusimos en su sitio cuando lo de Roncesvalles. La CTP ha sido nuestra gran desconocida, pues casi nadie sabe que ahí estamos desde hace 25 años y encima mandando los dos últimos. Sirve para la cooperación transfronteriza de gente que ha vivido en zonas montañosas y quiere salvar las lejanías con proyectos concretos, sean investigadores, deportivos o turísticos. Eso sí, el lehendakari le ha dado al asunto, eminentemente práctico, una lectura nacionalista. Aseguró en su despedida presidencial que la CTP es "una avanzadilla de la nueva Europa" (sic) y que, aunque hay decenas de eurorregiones transfronterizas (unas 80), somos pioneros. El contraste lo ha puesto su sucesor en la presidencia del CTP, Georges Fréche, de Languedoc-Rousillon, quizás menos preocupado por filosofías vernáculas y sí más pragmático. En su discurso, tras echarnos todo tipo de flores, fue al grano y aseguró que en la CTP hay dinero para gastar, presupuestos finalistas que o te lo gastas o te quedas sin ellos. El hombre estuvo sembrado: "Creedme, ¡no devolveremos ni un solo euro!".

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