Henry se desbloquea con un 'hat trick'

Henry liquidó ayer el debate sobre si su fichaje, en un ataque tan saturado de estrellas, había sido conveniente o no. Pues va a resultar que sí. El hombre tiene gol y, tarde o temprano, tenía que demostrarlo. Ausentes por distintas razones Eto'o y Ronaldinho, el Barça no debe depender solamente del imparable Messi. Necesita variantes. Aunque todavía esté de camino hacia su mejor estado de forma, el delantero francés se encontró con el rival ideal para desbloquearse. Un portero con manos de mantequilla y una defensa sin velocidad ni conocimientos tácticos para tirar el fuera de juego.

El ariete liquidó de golpe el debate sobre si su fichaje había sido conveniente o no

Con espacios por delante y en el uno contra uno frente a Descarga, Henry no tenía más remedio que marcharse. Largarse y marcar, sí. Esta vez sí estuvo certero en la definición. A su manera. No una vez, sino tres. El segundo gol al segundo palo: su jugada preferida durante tantos años en el Arsenal y en la selección francesa. Y el tercero, al primero, engañando con la mirada a sus compañeros y también al meta local, que esperaban el pase hacia el centro. Pues no. Cinco jornadas son muchas sin mojar para Henry como para desperdiciar la ocasión de firmar su primer hat trick en España.

El Barça acabó así con las dudas que había dejado el equipo en sus dos anteriores partidos fuera, en las que no había podido marcar. Son otros tiempos. A lomos de un Messi que corre embalado hacia el Balón de Oro, el cuadro de Rijkaard ha encontrado aire fresco sin la presencia de Ronaldinho. Es un conjunto de nuevo rejuvenecido y hambriento que también presiona incluso cuando gana por 0-4, como ayer.

El Levante, 14 goles en contra y tres a favor, dio la impresión de estar entregado desde antes de empezar. Y su entrenador, Abel, completamente resignado. Teniendo en cuenta los antecedentes del dueño del club, Pedro Villarroel, una máquina que tritura entrenadores, el puesto de Abel peligra. Claro que su culpa se circunscribe básicamente a no marcharse a tiempo: cuando le empezaron a italianizar y a envejecer la plantilla durante el pasado verano.

La inteligencia de Xavi abrió el festival del Barça. Fue una acción tan sencilla como definitoria de que le cabe el fútbol en la cabeza. Salía escupida la pelota del área levantinista cuando llegó Xavi con la frente limpia para abrir el balón a su derecha. Allí estaba Messi para rematar de primeras. El rechace de Storari lo empaló a gol Henry. Todo vino por un mal despeje de puños de Storari, un portero italiano que en nada ha mejorado la solvencia con la que terminó la pasada Liga Molina, ahora retirado.

A partir de ahí, todo fue sobre ruedas para un Barça que no tenía pensado acelerar hasta más entrado en harina el encuentro. El Levante tiraba el fuera de juego cuando su rival entraba desde el centro del campo con el balón controlado. Un suicidio colectivo que aprovechó Messi para enseñar que además de un excelente definidor también es un pasador notable.

Incluso con su pierna derecha. Abrió a la izquierda y allí entró Titi Henry, en una jugada que repitió tantas veces en Highbury: control orientado con el exterior del pie derecho y toque colocado con el interior al palo alejado.

Pese al campo en pésimas condiciones, como de costumbre, Iniesta se gustó con un control exquisito de un balón que caía nevado. No fue el único. Antes de que Rijkaard le diera descanso, Messi levantó al estadio Ciutat de Valencia. Recibió un pase largo de Deco y se frotó las manos ante un mano a mano con Cirillo. Al central italiano le hizo un nudo. Le enseñó el engaño de la pelota y picó el anzuelo. Entonces Messi enfiló al portero y se la envió justo donde no podía llegar. Al otro poste. A continuación, Rijkaard suplió a Messi y el público granota rompió a aplaudir, agradecido de contemplar en directo las habilidades de un futbolista tan excepcional.

En el comienzo de la segunda parte, Xavi, que seguía en el campo, tuvo la deferencia de cederle el brazalete de capitán a Puyol, que volvió al equipo después de tres meses ausente por lesión. La clase de detalles que favorecen la unidad del grupo. Ante la impotencia, el Levante optó por la vía dura y, en concreto, el alocado central Álvaro, que le dio una brutal patada a Iniesta cuando estaba inerme en el suelo. Ya con el Barça relajado, Viqueira salvó la honrilla local con un gol de penalti.

La cara de Abel, sentado en su banquillo, seguía siendo de funeral. Sabía que la suerte, la suya, está echada.

Levante 1 - Barcelona 4