La travesía política del Bloque
La organización que ha logrado aglutinar a los nacionalistas goza hoy de más cuotas de poder que nunca
Nació en los albores de la autonomía de Galicia, a la par que veían el día en el preludio de Internet los emoticones, esos signos que expresan estados de ánimo. El Bloque Nacionalista Galego, al igual que la sonrisa del ciberespacio, celebra sus 25 años de existencia.
Y los nacionalistas festejarán hoy este cumpleaños con un acto político aderezado con actuaciones musicales y de magia en el mismo lugar donde se constituyeron como organización el 26 de septiembre de 1982. El retorno al frontón de Riazor de A Coruña está marcado, dicen sus dirigentes, por la satisfacción de haber alcanzado algunas de sus metas primordiales: cohesionar y consolidar bajo unas mismas siglas a todo el espectro del nacionalismo gallego y situarse visualmente en el mapa político estatal a la altura del vasco y del catalán. Y otro gran objetivo cumplido, pero sólo en parte, lo es también el estar en la Xunta. "Aunque esto aún no suponga gobernar la Galicia que nosotros queremos", apunta Francisco Rodríguez, uno de los dirigentes en primera línea del BNG desde su creación.
Estar en la Xunta "no supone aún gobernar la Galicia que queremos", dice Francisco Rodríguez
El independentismo nunca tuvo realmente cabida en en el núcleo central del BNG
No fue cosa fácil. Hubo que ir puliendo y atemperando a lo largo de este cuarto de siglo discursos, modos y objetivos. Pero esta presencia en la Xunta, en coalición con el PSOE, actúa de potente bálsamo para curar heridas como una paulatina aunque continua pérdida de votos que comenzó en las elecciones autonómicas de 2001, tras 16 años de expansión.
El BNG cumple sus bodas de plata con cuotas de poder nunca antes alcanzadas, como lo es dirigir la Vicepresidencia de la Xunta y cuatro de las 12 consellerías, pero también con pérdidas importantes, como aquel segundo puesto en el mapa político de Galicia, por encima de los socialistas, que había logrado en 1997, las alcaldías de varias ciudades, el estancamiento de su representación, aún mínima, en las Cortes, o incluso el haber quedado fuera del Parlamento Europeo.
El balance es pues "ambivalente", admite Rodríguez. Con claros y oscuros, con éxitos que compensan fracasos, los nacionalistas gallegos celebran su primer cuarto de siglo entre "la satisfacción y el orgullo por el camino recorrido", de innegables avances, destaca Francisco Jorquera, el hoy coordinador ejecutivo del Bloque que también estaba en la asamblea de 1982, y la necesidad, que saben imperiosa, de "mirar al futuro" para coger "nuevo impulso", indica su líder, Anxo Quintana.
Tenía 23 años en 1982 y una de "las 125 guardias" que le tocó ejecutar durante su servicio militar le impidió asistir a aquella asamblea, convulsa, en la que se constituyó el BNG. Agitado era entonces también el panorama político en todo el Estado: la democracia cumplía cinco años, la autonomía ni siquiera uno y faltaba un mes para las elecciones generales que auparon al PSOE de Felipe González al Gobierno. El nacionalismo gallego, dividido en múltiples partidos y colectivos, también estaba en crisis, acentuada por la expulsión del recién estrenado Parlamento autonómico de sus tres primeros diputados por negarse a acatar la Constitución. Eran escaños fruto de una alianza de la UPG y AN-PG, dos de los partidos que junto a una parte del PSG que rechazó entrar en el PSOE y grupos de independientes entre los que ya destacaba Xosé Manuel Beiras, lideraron la creación en 1982 del frente nacionalista.
La asamblea, con más de un millar de asistentes, fue intensa y hubo abandonos sonados, entre protestas, como la del colectivo libertario Arco da Vella, que se opuso al nombre de BNG (elegido por 529 votos frente a 249) y la aún más llamativa salida de Galicia Ceibe. "Vamos a tomar un vaso", recomendó a sus acólitos uno de sus más emblemáticos militantes, Xosé Luís Méndez Ferrín, cuando fracasó su reivindicación de que el Bloque, que nació declarándose antiautonomista y contrario a la Constitución española, no concurriese a las elecciones.
El independentismo, aunque forme parte de la proclama de algunos de los siete partidos que hoy dirigen el BNG, nunca tuvo realmente cabida en sus filas. En 1987, conseguido un diputado en el Parlamento gallego (Beiras), el Bloque, en su asamblea de O Carballiño renunció a la lucha armada para lograr objetivos políticos y rompió toda relación con HB. El que hoy, 25 años después, los movimientos en Galicia que propugnan la violencia sean residuales es también, opina Francisco Rodríguez, un logro del BNG.
La organización nacionalista ha ido atemperando discurso y objetivos con el propósito de subir peldaños hacia sus metas. El derecho de autodeterminación y la demanda de soberanía para el pueblo gallego siguen figurando entre los postulados del Bloque, pero fueron aparcados en aras de reclamar autogobierno pleno con un nuevo Estatuto de Autonomía.
Desde aquella asamblea del frontón de Riazor también evolucionó, y mucho, la estructura interna del BNG, que con la entrada de Unidade Galega y Camilo Nogueira en 1995 cerró la integración, bajo unas mismas siglas y por primera vez, de todo el nacionalismo gallego. El Bloque sigue siendo un frente, una organización que agrupa a partidos y colectivos (siete, con el hegemónico UPG al frente) así como independientes que van desde el marxismo-leninismo al centro derecha. También continúan en primera línea de la dirección del BNG los artífices de su creación en 1982, como Beiras, Francisco Rodríguez, Francisco Jorquera (todos miembros de la reducida Ejecutiva que encabeza Quintana) o Alfredo Suárez Canal (conselleiro de Medio Rural).
Pero la disparidad y complejidad interna del BNG siguen, aún revestida de aparente unidad por la causa común, protagonizando su trayectoria, como pone en evidencia su última asamblea, celebrada en 2006, tras más de un año de gestión en la Xunta. El récord de candidaturas a la dirección y el acuerdo que evitó rupturas -todos los grupos entraron en la Ejecutiva- puso sobre la mesa una división interna que, a buen seguro, hoy se percibirá en los balances dispares que Beiras y Quintana harán de estos 25 años de trayectoria.
"Llamados a liderar el futuro"
El Bloque Nacionalista Galego es "la fuerza política que está llamada a liderar la sociedad gallega del futuro". Con este pronóstico optimista, el líder de los nacionalistas gallegos y vicepresidente de la Xunta de Galicia, Anxo Quintana, proclamó ayer su convencimiento de que la celebración de estos 25 años servirá para, interna y externamente, consolidar y aupar al Bloque hacia una hegemonía, en el mapa político gallego que, de momento, se le resiste.
"El BNG ya está ganando la batalla de las ideas", ahondó Anxo Quintana al atribuir a la organización política que lidera debates sobre reclamaciones de competencias al Gobierno central, como la de tráfico, la articulación de transportes metropolitanos en las ciudades o el hecho de que hoy Galicia "tenga un lugar y un papel en el Estado al mismo nivel que Cataluña y el País Vasco".
El vicepresidente de la Xunta considera que en estos 25 años, en los que "tantos cambios hubo, también en el seno del Bloque", los nacionalistas pueden jactarse, como principal logro, el haber protagonizado "toda una rebeldía intelectual en Galicia, como lo es reivindicar que sean sus ciudadanos los que manden".
Quintana subrayó que hoy, en su opinión, ya "nadie entiende una Galicia sin el BNG". "Frente al escepticismo o incluso hostilidad hacia los nacionalismos que dominaban la política en 1982", remachó el líder nacionalista, el Bloque ha conseguido cambiar ese ambiente contrario. "Es una de sus principales victorias, las relaciones con la sociedad y demostrar a todos, voten a quien voten, que es una fuerza política positiva para Galicia", proclamó.
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