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Pequeño retrato de uno de los grandes

Origen. Hijo de un dirigente textil, Marcos Ribak nació en 1928 en Villa Crespo, uno de los barrios con más inmigración judía de Buenos Aires, "cuando nadie hablaba del complejo de Edipo". Fue tejedor de seda, periodista y corrector de estilo. Militó en el partido comunista hasta que lo echaron y eso tuvo ecos en la escritura: "Quizás me liberé del deber de dar un mensaje para dedicarme más a la literatura", apunta.

Temas. "Un escritor escribe siempre sobre lo mismo. ¿En mi caso? La muerte, las relaciones entre hombres y hombres, y hombres y mujeres, la militancia política y la no militancia, que también es una militancia".

Obra. Hace 50 años, Ribak eligió llamarse Andrés Rivera en sus libros, un alias que nació en sus años de militancia para evitar persecuciones y que surgió de mezclar el nombre de su calle -Andrés Lamas- y el apellido de un escritor colombiano que le gustaba: José Eustasio Rivera. Ese año publicó El precio, su primera novela. Desde entonces ha escrito una treintena de libros, entre novelas y relatos. En octubre se edita en Argentina, Tras la sierra, que él resume como "la historia de un ex coronel nazi que se casa con una judía que saca del gueto de Varsovia".

Influencias. "Sobre todo la literatura norteamericana. Cuando descubrí a Faulkner sentí que así era como quería escribir: contando la vida".

Borges. "Lo leí tarde, por prejuicios ideológicos. Lo vi una sola vez en los setenta. Yo trabajaba como periodista en el periódico El Cronista Comercial y como estábamos en plena dictadura no se podía decir nada. A un colega mío se le ocurrió entrevistarlo. Fuimos a la casa que tenía en la calle de Maipú, donde vivía con su madre, doña Leonor. Llevábamos 10 preguntas, pero sólo pudimos hacerle la primera: bastó para que hablara por dos horas con puntuación perfecta. Fue una lección increíble".

Estilo. "El mío es, más bien, un tono, muy deudor del silencio. Son importantes los silencios en la literatura. Lo que se puede decir en dos líneas no debe decirse en diez. En mi último cuento, Pirí, por ejemplo, la idea original era narrar una relación entre el protagonista y Pirí Lugones, que inicialmente iba a durar un mes, pero al escribirlo condensé todo en una noche. Sentí que había que ir al hueso, a lo esencial".

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