Valverde pierde la paciencia

Se exaspera, desgañita, gesticula como un molinillo y suda la gota gorda. En las últimas fechas, el técnico del Espanyol, Ernesto Valverde, ha perdido la paciencia. No hay entrenamiento que no detenga para corregir a los jugadores, para soltar berridos y alguna que otra reprimenda. En la mayoría de ocasiones busca la arenga.

Ahora, sin embargo, exige la reacción, reactivarse ante los incomprensibles descalabros. Ayer en Punta Umbría (Huelva), donde el equipo se ha quedado tras perder con el Recreativo (2-1) el sábado, se reunió con los futbolistas para apuntalar los conceptos y no repetir los errores que tantos puntos les restan. Sufre el Espanyol cortocircuitos de arrea en los desplazamientos y hoy se bate a domicilio con el Sevilla (21.00, PPV), el equipo que le arrebató la UEFA el curso pasado.

Tira de inventiva Valverde para no repetir los ejercicios, para trabajar lo mismo de diversos modos. "Hago incidencia en la salida de la pelota y en la presión", asegura día tras día el técnico. Y parece funcionar; el equipo destila un fútbol notable con fases de gran juego ofensivo y alegre. Pero le dan calambres inesperados. "Nos pasan cosas muy extrañas", concede Valverde. Hace dos semanas, ante el Betis, gobernó el duelo con autoridad y se adelantó por dos goles. El sábado, contra el Recreativo, le marcó un tanto y lo arrinconó contra las cuerdas. Hasta el calambre. El Betis, en un par de minutos, le respondió con dos goles; el Recre, en cinco, le derrocó con otros dos tantos. "Fueron despistes que nos han costado muy caros", rezonga Valverde. Aunque profundiza: "Tenemos que ser más fríos y controlar las reacciones rivales. Hacemos lo difícil porque dominamos el juego, el partido y nos adelantamos. Pero no sabemos mantener el ritmo cuando se nos tiran encima".

La defensa no va al rechace, el lateral hace pases horizontales en situaciones comprometidas, los medios centros no recuperan la posición... El Espanyol falla en aspectos puntuales. Pero falla. "Debemos madurar y tener más empaque en esos momentos", alecciona Valverde; "no es una cuestión de psicología, sino de jugar al fútbol. Sé que somos jóvenes, pero hay que mejorar y dominar para no ser dominados".

La primera oportunidad es ante el Sevilla, que ha perdido los dos últimos encuentros -"no creo que caer en casa del Arsenal y del Barça sea signo de nada", admite Valverde- pero que se despliega de perlas en ataque. "Es uno de los mejores equipos de Europa porque es el que más rápido se predispone al ataque. Asfixia al contrario con su potencia", dice el técnico, al tiempo que ofrece una salida: "La mejor manera de defender es rodando el balón por el área rival. No podemos salir con miedo".

Competitivo por naturaleza, Valverde no quiere que el equipo se desmorone por "tonterías", sino que recobre la confianza. "No quiero que demos la sensación de que no pasa nada o una imagen de conformistas. Nunca podemos renunciar a ganar", concluye. Siempre y cuando no les dé un calambre.