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Columna
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Vanguardia

A la vanguardia del delito. La memoria sobre criminalidad en España durante 2006 lo constata en un apartado dedicado a la Costa del Sol. Este informe elaborado por la Fiscalía revela que en esta franja del litoral los maleantes son pioneros en el descubrimiento de fórmulas para quedarse con lo ajeno, y advierte de que algunas de ellas son de una "gravedad extraordinaria". A tenor de los datos, se podría decir que se ha alcanzado tal grado de eficiencia que, con menos delitos, hay más estafados que nunca. E incluso destacar que con el fenómeno de la globalización el litoral malagueño se ha convertido en uno de los principales empleadores de mano de obra especializada, la de guante blanco. Hay que felicitarse por esta memoria, que viene a confirmar, con la estadística de los delitos bajo el brazo, que por la puerta de atrás del boom del ladrillo se ha colado lo más granado de la delincuencia internacional.

En los últimos años esta zona se ha convertido en un paraíso para traficantes a gran escala, integrantes de redes de explotación de mujeres, vendedores de armas y de toda una retahíla de especuladores que han encontrado en la Costa del Sol un lugar exquisito para vivir y, hasta hace poco, muy tranquilo también para delinquir. Alguien podría tildar esta descripción de alarmista, pero está cotejada por la memoria de la Fiscalía, que asegura que "estas nuevas formulas de criminalidad de gravedad extraordinaria" son atribuibles a la presencia y establecimiento de organizaciones criminales, así como "al desmesurado y continuo incremento de la construcción inmobiliaria sin los controles adecuados". Por si esto fuera poco, la Fiscalía afirma también que "la sensación de impunidad y los extraordinarios beneficios ilícitos han desembocado en auténticos focos de corrupción", con casos tan evidentes que al ministerio público le "parece innecesario detallar".

Es una exageración referirse al litoral malagueño como la costa del crimen, como hacen algunos periódicos sensacionalistas ingleses. También es verdad que hay otras ciudades españolas con más crímenes al año. Igualmente cierto es que los casos de corrupción urbanística y el blanqueo de dinero han aflorado por toda la geografía española. Pero eso no debe restar un ápice de preocupación.

El ladrillo ha servido para lavar dinero de la delincuencia internacional y esta gente estamos viendo ahora como se las gasta. En las últimas semanas ha aparecido el cadáver de una persona en un vehículo calcinado en Estepona, un ciudadano estonio acribillado en un restaurante de Marbella y tres suramericanos muertos en un tiroteo en Fuengirola. Desde el año 2004 en Málaga, las nuevas unidades contra la delincuencia y el crimen organizado de la Guardia Civil y la Policía han desarticulado 133 grupos mafiosos con más de 1.200 detenidos. En este mismo periodo, la investigación policial y judicial ha sacado a la luz algunas de las operaciones contra el blanqueo de dinero y la corrupción más espectaculares de las acometidas en España.

Pese a ello, el problema se propaga. La Fiscalía ha certificado que el desorden urbanístico que lideró Marbella se fue extendiendo a otras localidades costeras y a otras provincias, como Cádiz, donde las casas ilegales empiezan también a servir para blanquear dinero del narcotráfico. Y el sistema es cada día más sofisticado. Ya se han detectado casos de arquitectos técnicos y peritos que -previa entrega de un dinero pactado- emiten certificados falsos para que los delitos prescriban.

La Junta tiene ultimado el Plan Cualifica para la Costa del Sol, en un intento de relanzar la imagen de calidad de este destino turístico de primer orden. Incluso se ha hablado de un concurso de ideas para un proyecto de vanguardia. De momento, la escasa vanguardia que abandera el litoral malagueño en los últimos años tiene que ver con el desorden urbanístico y la calidad de los delitos. Esos y la suciedad en las playas. A falta de concluir el saneamiento integral, estamos también a la vanguardia en la utilización de los barcos quitanatas.

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