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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nada por aquí

Tomàs Delclós

Cónclave de magos en Barcelona. En las instalaciones del Mercat de les Flors y del Institut del Teatre, 650 congresistas no han hablado de otra cosa durante cuatro días. Seguramente, nunca ha habido tanta gente en un mismo lugar con una baraja en las manos. En el bar, por los pasillos, los colegas se hacen juegos, comentan trucos, se maravillan unos a otros. Es el lado informal del Congreso Mágico Nacional que este año ha organizado la Asociación Catalana de Ilusionismo (ACAI), en su 75 aniversario. Ayer, una gala, el único acto abierto al público, clausuró el encuentro.

En la feria del congreso están unas 30 tiendas del ramo. La mayoría ha traído artilugios pequeños, portátiles. Y muchas, muchísimas barajas. El 90% de los visitantes son aficionados. En otra sala, hay algún gran aparato. Un mago muestra una dócil herramienta para la levitación. "La ilusión más vendida en 2002", asegura. Su precio, 600 euros. No es la máquina más cara. Hay una caja, Twister, que sube a 1.800. Un equipo de sonido modesto se vende a 600 euros.

Los magos españoles celebran su congreso en el Institut del Teatre. Seguramente nunca ha habido tanta gente en un mismo lugar con una baraja en las manos

También hay editoriales. La Frakson acaba de publicar el primer volumen de una historia sobre las magas de Gema Navarro. Ha localizado unas 400. Su escasez no tiene misterio, explica Navarro, es un reflejo de lo invisible que ha sido socialmente la mujer. Enfrente, en la mesa de la editorial Marré, hay una colección encuadernada de la revista Misdirección que desde hace 40 años edita artesanalmente Ricard Marré. Su hijo explica que sus libros de magia son "para un mundo pequeño", tiradas de apenas 200 ejemplares que se venden muy despacio, por el boca a boca.

Uno de los congresistas es Eduard, mago gerundense y, también, profesor universitario de Psicología. Ha ido al congreso para "renovar energías". "Hablas con compañeros, asistes a conferencias y sales con ganas de hacer cosas". Para Eduard, la psicología que emplea el mago no es la académica. "Se parece más a la inteligencia del director teatral que sabe dirigir la mirada del público hacia donde le interesa".

En las conferencias de que habla Eduard, magos notables hacen y explican algunas de sus artes. Rick Merrill, con traducción simultánea, está haciendo milagros con un bolígrafo que aparece y desaparece o se convierte en un lápiz. Pero tan mágico es ver el efecto como asistir a la explicación del truco. Lo ves y sabes que no podrás repetirlo. No tienes sus manos. Además, para pescar toda la explicación hay que dominar un lenguaje gremial: "cambio sin recurrir al enfile", "forzaje clásico", "técnica de Paul Wilson", "empalme". Los alumnos más estudiosos que quieran pueden comprar las notas de la conferencia, con 150 fotos de la barroca rutina manual.

Miguel Gómez da una charla sobre cartomagia y aconseja cómo ensayar: "si quieres hacer una separación natural de cartas tienes que ir probándola mientras estás con la familia o los amigos, en otras actividades, hasta conseguir que no sostengas de manera postiza la baraja". Con efectos de una dificultad técnica sobresaliente, Gómez se pasea las cartas por las manos con una facilidad aparente hasta que explica la dura disciplina que hay detrás de tanta facilidad.

Es un mundo lleno de ingenio, pero sin patentes. Helder Guimaraes, uno de los artistas invitados, luce su cartomagia en el bar y comenta con un colega ciertas mejoras en la manipulación. "No se patenta, se publica y los demás magos, la mayoría, citan la fuente". En la sala grande del Mercat, se celebra el concurso. Hay una treintena de aspirantes. Para concursar se necesita, por lo menos, el aval de una sociedad mágica. Allí están mentalistas de Girona, de Extremadura... Otros prestidigitadores, de Santander y Andalucía, han llegado con un palomar en los pañuelos.

Josep Roma, presidente de la ACAI, tiene un concepto brossiano de la magia: "El arte de enredar a la gente inteligente". Acaba de escuchar un debate improvisado sobre la utilidad y ética de emplear compadres, ayudantes entre el público, en los espectáculos. "El congreso es eso: debates, mejorar el uso de cuerdas o el manejo de monedas, aprendizaje". La jornada del viernes concluye con una conferencia de Juan Tamariz sobre la historia de la magia. "La magia es un arte del tiempo, como el teatro y la novela, pero lo específico de la magia es que no resuelve el conflicto planteado. Se presenta un efecto, que es un conflicto lógico, pero no lo resolvemos". Para Tamariz, el acto mágico exige que sea imposible y fascinante. Lo ve cercano al surrealismo pero, curiosamente, la razón y la lógica salen reforzadas con él porque el público sabe que es la lógica la que construye ese imposible. Tamariz acude incluso a Jung para rastrear el sentido simbólico que tienen muchos juegos. "El truco de la cuerda que se corta y se pega tiene 300 años y sigue haciéndose porque la cuerda es el hilo de la vida y cortarla es como matar... Y juntarla es como resucitar".

Los congresistas son mayoritariamente masculinos y jóvenes. El domingo, con la gala abierta al público, cambia el paisaje humano. Familias con niños. La organización ha tenido la gentileza de invitar a dos magas. La mágica oriental Luna Shemada, hija de Shimada, que juega con sombrillas que aparecen incomprensiblemente en escena, y la británica Romany. Losander prácticamente baila con su mesa flotante. Los franceses Mickael & Bethy escapan de grandes jaulas y el argentino Juan Ordeix luce sus habilidades mentalistas. No es una gala cualquiera. Como subraya el presentador, Selvin, los transformistas norteamericanos David y Dania tienen un vídeo en Youtube que ha sido visto más de 20 millones de veces.

La nueva magia no está reñida con la tecnología, incluso la utiliza como tema. El alemán Timo Marc ofrece un número en el que unos monigotes de la televisión se encarnan en el escenario. Pero no hay que desdeñar la estupenda tradición y la gala invita al veterano Pavel Potassy en pleno vigor. Su género: la magia clásica. El número de los pañuelos que se anudan y desanudan ya lo hacía en la época de Arthur Kaps pero no ha perdido su poder de embeleso. Es la perenne poesía del nada por aquí, nada por allá y... chas, una vela encendida.

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