Inclemencias en el sector inmobiliario
Varios grupos empiezan a notar caídas en su actividad y dificultades para renegociar los créditos
Las turbulencias financieras y el castigo de las Bolsa están siendo en general más serios y prolongados para las inmobiliarias que para los grupos de construcción y servicios. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria, reflejado ya en el descenso en la actividad de promoción, en la contención de los precios de las viviendas y en la dilación en el tiempo de las compraventas, empieza a dejarse sentir en las cuentas de algunas de estas sociedades. No en vano el Euríbor, tipo al que se conceden la mayoría de las hipotecas en España, aumentó en agosto hasta el 4,666% desde el 4,564% del mes anterior, según ha confirmado esta semana el Banco de España, con lo que se sitúa en el nivel más alto desde diciembre de 2000, cuando se situó en el 4,881%.
La CNMV ha dado luz verde esta semana a la opa pactada por la familia Sanahuja y Joaquín Rivero para la escisión de Metrovacesa
Colonial no ha logrado hasta este miércoles cerrar la refinanciación del crédito que suscribió en abril para abordar operaciones de compra
A ello hay que añadir la sombra alargada del desplome de Astroc en Bolsa, que desde febrero pende sobre otras inmobiliarias cotizadas que han alcanzado también precios de vértigo y primas excesivas a finales de 2006, la brusca corrección a la baja de las cotizaciones de estas sociedades en abril y el temor no del todo justificado a un contagio de la crisis de las llamadas hipotecas de alto riesgo de EE UU al mercado doméstico.
La banca llama a capítulo
El endurecimiento, en este contexto, de las condiciones exigidas por la banca y las cajas de ahorro para conceder créditos o renegociar la deuda de algunas inmobiliarias ha puesto en un brete a varias compañías que han protagonizado operaciones corporativas en los últimos meses, son los casos de Colonial y Fadesa, entre otras. Se pagaron las acciones de las sociedades adquiridas a un precio que ahora la banca considera excesivo, lo que a la postre dificulta la aceptación de estos títulos como garantía a los créditos necesarios para completar o cerrar la financiación de esas compraventas.
Colonial, por ejemplo, fue obligada a no distribuir dividendo con cargo a los beneficios de 2007 y no logró hasta el miércoles cerrar la refinanciación del crédito suscrito en abril para abordar sus operaciones de compra. Aunque el contrato suscrito supone elevar el coste de financiación, el cierre del mismo pone fin a las especulaciones surgidas en los últimos meses sobre la capacidad de la inmobiliaria de suscribir dicho crédito. El importe financiado asciende a 6.409 millones cuando inicialmente era de 7.177 millones. La reducción del importe ha sido posible gracias a la ampliación de capital de 708 millones llevada a cabo por Colonial en agosto.
Otra operación que está pendiente de cerrar su financiación es la compra de Fadesa por el promotor Fernando Martín. En cualquier caso el actual escenario está perjudicando a las inmobiliarias que se dedican prioritariamente a la promoción, y sobre todo dentro de ellas a las que operan segunda residencia y vivienda vacacional, que a las compañías que se dedican al negocio patrimonial o a los alquileres.
Entre las grandes, el divorcio y escisión en Metrovacesa, otro valor que alcanzó en Bolsa cotas de vértigo, tampoco ha contribuido a tranquilizar al mercado. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha autorizado esta semana la OPA formulada por Metrovacesa sobre más de la mitad de sus acciones propias. En agosto, la compañía solicitó aprobación a la CNMV para esta oferta. La operación se enmarca en el plan de escisión de la compañía en dos acordado entre su mayor accionista, la familia Sanahuja, y sus socios Joaquín Rivero (presidente de Metrovacesa) y Bautista Soler.
Fuera de la Bolsa tampoco escampa. Y si no que se lo digan a Llanera. La inmobiliaria valenciana, propiedad de la familia Gallego, reconoció esta semana que está estudiando fórmulas para salir de la profunda crisis en la que está inmersa después de que haya fracasado su modelo de negocio. La compañía se ve abocada a renegociar con los bancos su deuda, que asciende a 304 millones, a vender activos y a una reducción drástica de personal.
Varias grandes constructoras, viendo desde hace tiempo las orejas (léase el final del boom inmobiliario) al lobo, se han salido de esta actividad o han reducido su exposición al sector. Así, ACS optó a finales del año pasado por sumarse a Banesto y vender su 24% de Urbis a la inmobiliaria Reyal. Ingresó por esta venta 822,6 millones y de ellos 506,7 fueron plusvalías. Un magnífico carburante para las aventuras eléctricas y en otros sectores del grupo de construcción y servicios que preside Florentino Pérez. Reyal Urbis, por cierto, ha cerrado el primer semestre con pérdidas de 34 millones y en la empresa atribuyen los resultados a que la mayor parte de los beneficios de la fusión se van a dar en el segundo semestre y al peso de los gastos financieros derivados del préstamo sindicado con el que Reyal adquirió Urbis.
Ventas y salidas a Bolsa
Ferrovial, también a finales de 2006, cerró la venta de su división inmobiliaria a la catalana Habitat por un importe total de 2.200 millones (770 millones de plusvalía), que incluía una deuda de 600 millones. El acuerdo contemplaba la futura adquisición por Ferrovial de una participación próxima al 20% en el nuevo Habitat Grupo Empresarial por un precio aproximado de 125 millones de euros y a través de una ampliación de capital.
Y FCC, a principios de junio, sacó a Bolsa algo menos del 50% de Realia, la inmobiliaria que comparte con Caja Madrid y en la que sigue conservando el control de la gestión. Con ello redujo su riesgo inmobiliario y mejoró la aportación a sus cuentas.
Además de Sacyr, que mantiene intereses inmobiliarios en la promotora Vallehermoso y en la patrimonialista Testa, Acciona también cuenta con una división inmobiliaria propia que le aporta el 7% de sus ingresos.
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