Barcelona huele a pólvora en el 'correfoc'
El infierno no es siempre un mal lugar. Sobre todo si lo evocan las agrupaciones de diables con sus fuegos de artificio. Entonces, el estruendo es sinónimo de alegría. Así ocurrio ayer en el correfoc de la Mercè, celebrado en los alrededores de la catedral con un impresionante portal que simulaba ser la entrada al averno. En vez de azufre, un penetrante olor a pólvora inundó al ambiente. Abrieron fuego a media tarde la colla de los Petits Diables.
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