El fantasma de las prohibiciones
Los vacuos argumentos contra la regulación del tabaco se presentan como la antesala de otro tipo de "prohibiciones". Es la música que le gusta oír a la industria tabacalera, que en sus documentos internos recomienda precisamente esta estrategia de comunicación que resumen en los siguientes principios: las prohibiciones del tabaco preceden a prohibiciones en otras materias de "elección personal"; 2) fumar es una "elección personal" que debe estar fuera de controles externos; 3) la intolerancia contra los fumadores es propia de actitudes totalitarias; 4) se deben crear grupos de presión para defender el enfoque de la "tolerancia" (Estrategia de Philip Morris para España y Portugal para el periodo 1994-1996: Plan de Aceptabilidad Social del Tabaco). También algunos políticos siguen afirmando ingenuamente que los hábitos de conducta se modifican con educación y no con prohibiciones o coacciones, como si unas y otras fueran medidas contrapuestas en vez de complementarias.
Pero ¿cuáles son los hechos? Pues, justamente lo contrario de lo que dicen esos predicadores desde sus cómodos púlpitos. En España, el 40% de los fumadores no respeta los espacios sin humo y no pasa nada. Fumar en un lugar no permitido supone según la ley española una multa de 30 euros. ¿Alguien ha visto que a un fumador se le imponga una multa por no respetar a los demás? Sin embargo, todos hemos visto poner multas por aparcar en doble fila, algo que también perjudica a otros ciudadanos. Y lo que es aún más aberrante, en abril de 2006 se sancionó a un guardia civil de Barcelona por denunciar que se fumaba en la cantina de un cuartel en la que la ley recién aprobada prohibía consumir tabaco. A esto se llama culpabilizar a la víctima.
El Parlamento Europeo ha pedido a los países miembros que prohíban fumar en todos los espacios públicos, incluidos bares y restaurantes. No ha propuesto prohibir fumar en el ámbito privado ni al aire libre. Si así fuera yo sería el primero en oponerme porque entonces el fantasma tomaría cuerpo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.