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Reportaje:

Tripartito tropical en Nicaragua

Ortega se alía con el ex presidente Alemán y el cardenal Obando, sus antiguos enemigos

Un presidente que, según confiesa, comparte el poder al 50% con su esposa, un ex gobernante que está procesado por corrupción y no puede salir del país, y un cardenal controvertido que representa a la Iglesia católica conservadora. Éstos son los tres ejes del poder en la nueva etapa política de Nicaragua, que se inició en enero pasado con el regreso del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) al Gobierno, después de pasar 16 años en la oposición. El antiguo comandante revolucionario Daniel Ortega, el ex presidente derechista Arnoldo Alemán y el antiguo arzobispo de Managua Miguel Obando, ayer enemigos irreconciliables, son hoy aliados de conveniencia en una suerte de tripartito con sabor tropical que controla los principales resortes de poder en este país centroamericano.

Sólo tres de los nueve comandantes guerrilleros siguen en la organización
El ex arzobispo casó al presidente antes de las elecciones y oficia misas para el FSLN

La conversión de estos tres actores, más aparente que real según muchos nicaragüenses, ha hecho posible una alianza que nadie reconoce y que no figura en ningún documento, pero que tiene efectos innegables a la hora de aprobar leyes y repartir cuotas de poder. Por ejemplo, la reciente ley que penaliza el aborto bajo cualquier concepto, incluso cuando está en riesgo la vida de la madre, es fruto del pacto contranatura de derecha e izquierda con la bendición de la Iglesia.

Bayardo Arce, uno de los veteranos del FSLN, que combina la labor de asesor económico del presidente con sus negocios, reconoce que el aborto "es un tema controvertido que divide al sandinismo", aunque puntualiza que en su opinión "hay temas más importantes". El apoyo del FSLN a una ley que ha levantado ampollas en sectores de izquierda y en las organizaciones feministas tiene contrapartidas. La derecha hace mutis por el foro ante la influencia creciente del presidente venezolano, Hugo Chávez.

Monseñor Obando ha sido nombrado presidente de la Comisión de Reconciliación y Unidad, que depende de la primera dama, Rosario Murillo. Obando casó al matrimonio Ortega poco antes de las elecciones. La pareja convivió durante años sin pasar por la sacristía. La conversión religiosa afecta al conjunto del FSLN, cuyos actos centrales del 19 julio, para conmemorar el aniversario de la revolución, incluyen ahora una misa de Obando.

Ante el silencio del presidente, que se niega a conceder entrevistas, Bayardo Arce es el hombre más cercano al mandatario que sí habla con la prensa. Rechaza que exista un pacto entre Ortega y Alemán, aunque no es ningún secreto que ambos acordaron hace tiempo el reparto de cargos en instituciones clave. "Es un elemento figurativo que usan nuestros adversarios para descalificarnos", dice el antiguo comandante guerrillero. Arce defiende la política de diálogo y entendimiento: "Nosotros hemos vivido la guerra. La solución no es más la política de confrontación que nos llevó al rezago".

En su espléndida estancia de El Chile, a media hora de Managua, Alemán replica a las acusaciones de reparto de poder. "¿Y con quién creen que lo deberíamos repartir? No podemos repartirlo con nadie más porque no alcanzamos el número de votos en la Asamblea". Formalmente, Ortega preside un Gobierno monocolor, pero su victoria con el 38% de los votos fue gracias a la división de la derecha, que acudió a las urnas agrupada en el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), de Alemán, y la Alianza Liberal Nacional (ALN), de Eduardo Montealegre. Los 90 escaños de la Asamblea se reparten así: 38 para el FSLN, 25 para el PLC, 22 para la ALN y 5 para el Movimiento de Reconstrucción Sandinista (MRS), disidente del oficialismo. "No hay otra cuerda donde ahorcarse, por lo tanto hay que negociar", dice el ex presidente, que tiene en su contra graves cargos de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. "No han probado uno solo", replica.

"Ortega actúa como un político en campaña permanente, con una lógica chavista, pero sin su dinero ni su mayoría", señala Carlos Fernando Chamorro, hijo de la ex presidenta Violeta Barrios de Chamorro y director del programa de televisión Esta semana. Los Consejos de Poder Ciudadano, promovidos a imagen y semejanza de los antiguos Comités de Defensa Sandinista y del proyecto chavista, dependen del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, que dirige Murillo.

Las relaciones con EE UU son un buen ejemplo de la doble cara que caracteriza la gestión de Ortega. La retórica antiimperialista predomina en los discursos, pero no preocupan al Departamento de Estado, satisfecho por el nombramiento como embajador en EE UU de Arturo Cruz, un político de trayectoria antisandinista que estuvo incluso en la Contra y con una buena red de contactos en Washington.

Poco queda del carisma de la última revolución del siglo XX y de aquellos guerrilleros jóvenes que fueron capaces de derrotar a un sátrapa como Somoza.De los nueve comandantes que formaban la Dirección Nacional del FSLN sólo tres siguen en la organización: Daniel Ortega, Bayardo Arce y Tomás Borge, que ha sido nombrado embajador en Perú. El resto está en el opositor MRS o en sus negocios.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, junto al cardenal Obando durante un acto en Managua el viernes.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, junto al cardenal Obando durante un acto en Managua el viernes.EFE

El poder de la primera dama

Cuando el Frente Sandinista gobernó entre 1979 y 1990 en Nicaragua el poder descansaba en los nueve comandantes de la dirección nacional del FSLN. Mandaban los que habían combatido contra Somoza. Rosario Murillo era la esposa de Daniel Ortega, más conocida por su poesía que por su actividad política.

Las cosas han cambiado radicalmente en el revival sandinista. De Rosario Murillo se dice ahora que es el poder en la sombra. La realidad es que no está tan en la sombra, ya que su presencia al lado del presidente nicaragüense es constante. Las historias de la primera dama son la comidilla de los mentideros políticos de Managua. Su nombre suele aparecer en cuanta decisión polémica se produce en los círculos de poder.

Por ejemplo, detrás de la destitución de los ministros de Cultura, Familia, Agricultura, de la Mujer y de Industria y Comercio en los ocho meses del Gobierno de Daniel Ortega. Cuatro mujeres y un hombre. En ningún caso hubo explicación oficial de la destitución.

El caso más llamativo es el de la salida de la ministra de Cultura, Margine Gutiérrez, después de criticar el regalo que hizo Daniel Ortega a Hugo Chávez de unos manuscritos originales de Rubén Darío, pertenecientes al patrimonio nacional. La ministra, antigua jefa guerrillera del frente norte durante la guerra, presa y torturada por la Guardia Nacional somocista y con una trayectoria intachable, recibió numerosas llamadas telefónicas de Rosario Murillo a las que no contestó. Cuando redactaba la carta de dimisión, llegó a su despacho el motorista de Paul Oquist, secretario técnico de la Presidencia, con la orden de destitución.

El embajador en Francia no llegó a tomar posesión de su cargo por declarar que era peligroso pensar en Nicaragua. "El que se mueve no sale en la foto", resume el analista Silvio Prado. "Ella se mete en todo", añade. Por ley, Rosario Murillo no es funcionaria y, sin embargo, convoca reuniones de Gabinete y hasta da instrucciones de cómo tienen que vestir los funcionarios.

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