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¿Y si se empieza por los motores?

El Ayuntamiento de Barcelona se ha dado por enterado de que algunos desaprensivos utilizaban las aceras para ir con máquinas en vez de hacerlo a pie. Pero en la batalla en defensa del peatón, ha empezado matando pulgas a cañonazos. Ayer salieron a la calle todos los guardias que había, incluidos los que no la habían pisado desde la guerra de Cuba: a por los ciclistas que circulaban por las aceras, sobre todo si había una cámara cerca.

Bien está, porque, al fin y al cabo, la acera es del peatón. Pero hubiera estado incluso mejor que se combatiera también al motorizado (en coche o en moto) que circula por la acera y luego deja el vehículo en ella. Y al conductor de coche o camioneta que aparca en el carril reservado a las bicicletas, siempre invadido.

Después de todo, la bicicleta es un medio de tracción animal que contamina poco (si es que se considera contaminación el efluvio de las axilas sudorosas por el esfuerzo). Comparado con eso, lo que atufa un motor es un atentado.

El problema no son, con serlo también, los gases que sueltan las motos y los coches, sino la permisividad del consistorio. Los lectores de este diario pueden señalar (sobre todo en el Eixample) decenas de talleres que ocupan metros y metros de acera para aparcar coches y motos en espera de arreglo o de que le quiten el silenciador del tubo de escape.

Algunos ciclistas dicen que suben a la acera porque su carril está ocupado por las motos y los coches. Pero ¿adónde pueden irse los peatones? Que se queden sin salir de casa. Entiéndase bien: nadie pide echar a los motores de la calle. Sólo de la acera.

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