Pañolada con victoria

El peor Valencia de los últimos años en Mestalla. El más desorganizado, caótico, espeso y sin energía, le ganó a un ordenado Valladolid que desaprovechó sus mejores oportunidades. El cuadro de Quique estuvo descompensado de principio a fin. Atacaba con cinco por la izquierda y dejaba desierta la orilla derecha, por ejemplo. Ante la mirada atónita del entrenador, que movió constantemente el tablero táctico y cada cambio resultó peor que el anterior. Todo menos darse cuenta de que el pobre Sunny, un recién llegado a la categoría, no está para llevar el peso del equipo. Un equipo que ha experimentado una alarmante involución en su juego.

El Valladolid le perdonó la vida. Pese a los muchos méritos de su extremo derecho, un vibrante Sisi. El valencianista cedido al Valladolid, halló fortuna en un lateral izquierdo ayer con plomo en los zapatos: Moretti. Desbordó cuanto quiso, pero sus compañeros dilapidaron los centros. El Valencia, en cambio, se alió esta vez con la fortuna y un postrer disparo de Silva, tras rebotar en un defensa, despistó a Butelle, ante la desesperación de Mendilibar.

Pero al público no le dieron gato por liebre. Abucheó contundentemente a sus jugadores y después pidió la marcha del entrenador.

El Valencia no presentó a su equipo A, sino al B, con sólo un internacional en el plantel: Joaquín. El Valladolid llegó con sus mejores galas, las del ascenso, y las dejó sentir de inmediato y salió del descanso bufando como un toro bravo. Embistió un par de veces por su extremo derecho. Pedro López y Sisi corneaban a Moretti, pero sus delanteros echaban todo al cesto de la basura. Y Silva lo aprovechó al final con un disparo de la suerte que no engañó pese a las apariencias a la grada de Mestalla. Ésta dictó sentencia: este Valencia es un fiasco, por muchos intentos que haga Quique.

Por otro lado, el partido no pudo verse en televisión porque el Valencia no permitió entrar a los técnicos de Audiovisual Sport (AVS). Sí lo hicieron los de Mediapro, con quien mantiene una pugna a propósito de los derechos del fútbol, que se negaron a ceder la señal.