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Turismo y ciudad: a propósito de cifras

Los primeros balances del Gobierno del Ayuntamiento de Valencia sobre la evolución del turismo en lo que llevamos de año, merecen algunas consideraciones. Que se ha producido un significativo crecimiento es un hecho difícilmente discutible. Que la celebración de la Copa del América ha aportado elementos cualitativos muy positivos al turismo de la ciudad, propiciando un tirón de la demanda de los turistas de mayor poder adquisitivo, también es innegable. Sin embargo nada de ello impide una mirada más sosegada y menos triunfalista sobre cómo se hacen las cosas, a qué coste y qué enseñanzas cabe extraer de este último periodo, con el fin de que 2007 no sólo sea "un año excepcional de crecimiento turístico" sino el punto de arranque de una dinámica estable y sostenible.

Viene todo ello a cuento de la rueda de prensa ofrecida el 7 de septiembre pasado por la alcaldesa de Valencia, acompañada por el Concejal de Turismo así como por el Director del Turismo Valencia Convention Bureau (TVCB). En ella se hicieron públicas las cifras de la campaña veraniega durante los meses de julio y agosto. Sin ánimo de entrar en una guerra de cifras, me gustaría realizar algunas consideraciones con el fin de centrar la cuestión y calibrar el alcance de la información ofrecida.

En primer lugar, llama la atención la precipitación con la que se ha realizado dicha rueda de prensa, antes incluso de que la campaña vacacional propiamente haya finalizado. Más sorprendente resulta si tenemos en cuenta que es la segunda que se realiza en menos de dos meses, junto a la ya ofrecida en la segunda quincena de julio con el balance de los primeros seis meses, junio y Copa del América incluidos. Es llamativa la insistencia del Ayuntamiento en acaparar titulares en los medios sobre la bonanza turística y su obstinación en "vender" cifras, tasas y porcentajes muy alentadores aunque, por prematuros, ni siquiera cabe contrastar en las publicaciones oficiales.

Sin ánimo de dar razón al refrán tan español de "piensa mal y acertarás", quizá se trate de una forma de neutralizar otras noticias y realidades conocidas a lo largo del verano, que empañan la complaciente consideración de las autoridades municipales. Por ejemplo, el inquietante día después de la Copa del América, el desmontaje de sus instalaciones y el vacío, pleno de incertidumbres, que nos ha dejado; las declaraciones de la Federación de Hostelería de Valencia pidiendo un "plan renove" para los destinos del litoral y afirmando que "la campaña de julio es más floja que el año pasado" y, además, "hace unos años se contrataba personal para 90 días y ahora hay 45 días de trabajo, dándose los picos de actividad los fines de semana". A todo ello habría que añadir la mala evolución del mercado laboral en el mes de agosto y la "suave desaceleración" en los afiliados a la Seguridad Social, según el último informe de Coyuntura de la Cámara de Comercio de Valencia. El retraimiento del turismo nacional y la fortaleza del euro, unido a la consiguiente competencia de países emergentes, ensombrecen el luminoso horizonte con que se nos presenta nuestra pequeña burbuja local.

Lejos de estimular la autocomplacencia, los buenos resultados de la Copa del América deben impulsar un trabajo que permita optimizar los resultados alcanzados y su necesaria continuidad. Aspectos éstos sobre los que se extiende un generoso manto de silencio municipal. No deja de ser curioso, por ello, que ninguna cifra haya sido ofrecida sobre la evolución del turismo náutico en la ciudad. Ese silencio es proporcional al protagonismo institucional en las singulares ruedas de prensa municipales. Si la realidad coincide con los datos ofrecidos, lo excepcional de los resultados aconseja hacer un hueco a quienes con su trabajo los han hecho posibles: los agentes económicos del sector, las asociaciones de hoteles, el sector de la hostelería, las agencias de viajes, los profesionales turísticos, los medios de transporte, etcétera.

Una segunda y central consideración se refiere al escaso rigor en el tratamiento de la información estadística aportada por el Ayuntamiento. Cuestión mayor y en la que se sustenta su valoración política de la campaña. Tal y como se viene planteando, resulta de todo punto estéril entrar en el debate de unas cifras sin firma, artísticamente elaboradas para lograr un efecto impactante. "Se han repartido 77.000 folletos informativos", se dice. Pues muy bien. Si de verdad se quiere disponer de una valoración rigurosa de la evolución del sector, el Ayuntamiento tendrá que estar a la altura y establecer un sistema técnico objetivo, transparente y público de la información estadística. No es de recibo que el mismo organismo encargado de la promoción turística -una Fundación de naturaleza jurídica privada-, sea quien elabore los resultados de dicha promoción, existiendo ya una Oficina Estadística Municipal, por no referirse al IVE (Institut Valencià d'Estadistica) o al INE (Instituto Nacional de Estadística). Todo ello permitiría tener una imagen más precisa de la realidad turística y evitaría su arbitraria interpretación.

Pongo un ejemplo: si sumando julio y agosto han venido a Valencia, como se ha dicho, 340.000 viajeros y el ultimo dato oficial del INE para el mes de julio habla de 141.439 visitantes, ello supone que en Agosto visitaron la ciudad 200.000 personas. Un dato excepcional sin duda. Tan excepcional como que supone el récord de visitantes por mes en toda la historia reciente del turismo de la ciudad, superando el propio mes de junio en que se celebró la Copa del América y superando al turismo del mes de julio de Benidorm, la ciudad que recibe más de la mitad de los turistas que pasan por la Comunidad Valenciana. Si así fuese, cabría preguntarse para qué celebrar grandes eventos, si justo cuando no los hay es cuando mejores resultados se consiguen.

Y es que en esto de las cifras, todo es empezar. Como en los redondeos para llegar al turista un millón, oficialmente ya sobrepasado, o al turista dos millones, próximo objetivo para el final del año. De momento, debo decir que las cifras no nos coinciden. Más que el objetivo 2 millones, que recuerda los inicios del turismo nacional en la España del NO-DO, quizá habría que apuntar a posiciones más innovadoras y más estratégicas. Cabría referirse en este caso al Plan del Turismo Español Horizonte 2020, promovido por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, un Plan Estratégico para que el desarrollo turístico se asiente sobre bases de competitividad y sostenibilidad medioambiental, social y económica. También podrían citarse visiones más sensatas dentro de la propia Generalitat Valenciana, como cuando en el mes de julio, la Consejera de Turismo manifestaba mostrarse "receptiva a estudiar y en su caso impulsar la propuesta de la Federación Hotelera de la Comunidad Valenciana de crear un Consorcio con la participación del Gobierno y el Ayuntamiento de la capital para consolidar el auge turístico a semejanza de lo que Barcelona hizo tras los Juegos Olímpicos de 1992". También subrayaba que a su juicio "la cooperación entre las Administraciones en materia turística es fundamental".

Los responsables del Turismo de la ciudad tendrán que dar respuesta a tal cúmulo de retos y orientaciones. No exclusivamente en términos de rentabilidad política o protagonismo personal, sino atendiendo a la eficiencia presupuestaria y a la efectividad de las acciones. En el ámbito de la promoción ya se sabe que todo presupuesto es poco y toda alianza es positiva. Parece claro que sólo con la implicación de los diferentes agentes públicos y privados del sector se podrá asumir adecuadamente el reto que, en materia turística y a partir de ahora, se abre para Valencia. Al margen de cifras volanderas, al margen de acaparadores protagonismos.

Ana Botella es concejal socialista del Ayuntamiento de Valencia.

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