Macedonia no cree que serbios y kosovares logren un acuerdo
Macedonia considera que existen muy pocas posibilidades de que serbios y kosovares alcancen un acuerdo sobre el futuro de la provincia de mayoría albanesa. Por boca de su ministro de Exteriores, Antonio Milososki, el Gobierno macedonio emplazó ayer en Madrid a la Unión Europea a que adopte una postura común sobre el estatus final para Kosovo, hoy en día un protectorado de Naciones Unidas. "Hallar una solución para Kosovo", señaló Milososki a este diario, "supone una exigencia para la credibilidad de la UE. No se puede aplazar eternamente el debate sobre la independencia de nuestro vecino Kosovo porque esa incertidumbre desestabiliza a toda la región".
La troika formada por Estados Unidos, Rusia y la UE intenta que Belgrado y Pristina pacten una alternativa para Kosovo que evite el posible veto de Moscú a la independencia tutelada propuesta por el enviado de la ONU, Martti Ahtisaari. La fecha límite para un acuerdo es el 10 de diciembre próximo.
A juicio del ministro macedonio, un jurista de 31 años formado en Alemania, "Kosovo no servirá de modelo o de referencia para otras zonas de Europa porque representa un caso único". "Hubo una intervención de la OTAN y más tarde un protectorado de la ONU, es decir, que no tiene parangón". Macedonia apoya el plan de Ahtisaari porque rechaza volver al estatuto anterior al ataque de la OTAN, que puso fin en 1999 a la ocupación serbia; porque se opone a la división de Kosovo; y por último porque descarta la integración de la provincia ex yugoslava en otros países como Albania.
Con dos millones de habitantes y 25.000 kilómetros cuadrados, la pequeña Macedonia arrastra todavía, 16 años después de su independencia y mientras aspira a ingresar en la UE, un conflicto por el nombre. Si bien está reconocido por 170 países, el veto de Grecia a que utilice el nombre oficial de Macedonia obliga a este país a figurar oficialmente como Antigua República Yugoslava de Macedonia. Grecia invoca la existencia de su región histórica del mismo nombre para impedir ese uso oficial. "Fue en su día una actitud nacionalista para el consumo interno de Grecia. La mayoría de la sociedad griega no concede ya importancia a este tema", comenta Milososki.
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