Música negra en 'Soulería'
El cantaor Pitingo, el guitarrista Juan Carmona y el productor Alejo Stivel apuestan por la fusión en su espectáculo
Un cantaor de pelo encrestado, un genio de la guitarra flamenca y un productor de pasado rockero. He aquí los tres vértices que confluyen en Soulería, un espectáculo donde el soul, el rhythm and blues o el gospel adquieren una inusitada alma gitana. El argentino Alejo Stivel, antaño líder de Tequila, ha sido el impulsor de una idea que cobra cuerpo en la guitarra de Juan Carmona (Ketama) y la garganta sin prejuicios de Antonio Vélez, Pitingo. El teatro Calderón de Madrid acoge este fin de semana un estreno que se grabará para su posterior publicación como disco.
Por edad, tanto Juan como Alejo podrían ser el padre de Pitingo. "Al principio me imponía un poco", admite el más joven del trío, "pero somos gente del mismo rollo: reímos cuando toca reír, discutimos si se tercia y, a veces, se nos escapa alguna lagrimita de la emoción". Antonio fue el inventor del término soulería, que ya utilizaba en su primer disco en solitario (Con habichuelas, 2006). Entre los tres se han encargado de llevarlo ahora hasta las últimas consecuencias.
Pitingo y Carmona creen que los puristas del flamenco les crucificarán
Durante casi dos horas, el público descubrirá reinvenciones radicales de clásicos como Killing me softly with his song (Roberta Flack), No woman no cry (Bob Marley), Let it be y Yesterday (The Beatles), What a wonderful world (Louis Armstrong), Georgia on my mind (Ray Charles) o Don't worry be happy (Bobby McFerrin). El coro The Black Heritage Singers, de Nueva Orleans, y las coreografías de la jovencísima Rocío Molina, de 23 años, completan el menú.
Stivel se encargó, deliberadamente, de que todo el repertorio fuera muy conocido. "Ahí radica el encanto del asunto. Hemos escuchado esos temas mil veces y no imaginamos lo que se puede llegar a hacer con ellos. El resultado, además de interesante, es muy divertido". Acaso la mayor de las osadías surgió en torno a Smells like teen spirit, de Nirvana. "Al principio, a Pitingo le parecía un disparate", revela Stivel, "pero le convencí de que ahí había mucho dolor, mucho quejío. Ese tipo, Kurt Cobain, estaba realmente jodido...".
Tanto Carmona como el joven cantaor son conscientes de que los puristas del flamenco terminarán de crucificarlos en cuanto escuchen el primer compás de Soulería, pero no parecen muy preocupados al respecto. "Esa cruz es la que me ha estado dando de comer estos últimos 20 años", anota, socarrón, el guitarrista. "Intuyo que Soulería cobrará toda su auténtica dimensión en cuanto lo escuchen por ahí fuera. Sucederá lo mismo que con Ketama: nadie nos hizo demasiado caso en España hasta que llegó el New Musical Express y eligió Shongai como mejor disco étnico del año".
Los impulsores del proyecto han invertido los últimos tres meses en preparar estas nuevas canciones. "En efecto, este verano no se nos ha visto por Benidorm", apunta Carmona entre carcajadas. Pitingo, que el año pasado ya había mostrado su talante travieso con el Gwendolyne de Julio Iglesias, admite "estar gozando". Y abunda: "Es que a mí me gusta de todo. Hice rock en un grupo llamado Los Zoo y me metí en un coro de gospel a los 10 años. Hasta he conocido a un tipo de Angola, rey de una tribu, con el que descubrí que muchos ritmos africanos se parecen a las soleás o las siguiriyas, sólo que con los acentos cambiados".
Ariel asiente mientras apura su bandeja de fruta. "He llegado a la conclusión de que cualquier fusión es posible. Piensa en la mezcla más rara, que algo saldrá. No podemos vivir aislados: aunque creas que te gusta el pop y el rock, terminarás descubriendo a Cesaria Évora o esas cosas tan cachondas de la música balcánica". Y remacha, convencido: "Lo realmente difícil, hoy, es ser ortodoxo".
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