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Columna
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Autos judiciales, y de fe

Es algo cansado y fatigoso que, cada vez que se elabora y aprueba una ley o se dicta un decreto por el Gobierno y una u otro no cuentan con la opinión favorable de la oposición, quienes dedicamos algo de nuestro tiempo a expresar la nuestra tengamos que sacudirnos de numerosas expresiones que, con no sé qué intención, sólo sirven para enturbiar su contenido y ensuciar la imagen de leyes y gobernantes. Da igual que leyes, decretos o anteproyectos traten de conseguir una mejora en las condiciones de acceso a la vivienda o busquen una convivencia en las escuelas, que representen los principios constitucionales de la sociedad, enseguida salen los de turno del contra dios y engañan más que el Acebes del 11-M. Está sucediendo con el anuncio hecho por el Gobierno andaluz de lograr que el derecho a la vivienda sea un derecho real y ha sucedido con los decretos de la Consejería de Educación de la Junta. Decretos por los que se desarrollan las enseñanzas de educación primaria y secundaria en Andalucía.

Las declaraciones de Javier Arenas descalificando la voluntad de los poderes públicos de lograr que sea una realidad el derecho a la vivienda y las de Antonio Sanz, diciendo que la Educación para la Ciudadanía iba a enseñar a los jóvenes de Andalucía que ETA marca el futuro de España, son algunas muestras. Dejo para otra ocasión las que hacen referencia al anteproyecto de la ley de Vivienda; tiempo habrá y me detengo en los decretos sobre Educación. La razón es porque el Tribunal Suprior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha rechazado la medida cautelar interesada por los recurrentes y aporta alguna luz a mis afirmaciones sobre esta dedicación a empañar y ensuciar la imagen de leyes y gobernantes. Una resolución que añade claridad porque el tribunal, aceptando la posición del Ministerio Fiscal y de la Junta, ha dado razones para el no a la medida de suspensión cautelar de los decretos 230 y 231/07 de la Consejería de Educación de la Junta. Una decisión judicial importante, que hay que destacar en su verdadera extensión.

En la medida cautelar se solicitaba, siguiendo los posicionamientos iniciales y más radicales de la jerarquía eclesiástica y del PP, la paralización de estos decretos de la Consejería de Educación porque la implantación de la asignatura Educación para la Ciudadanía perseguía la formación de los alumnos en una conciencia moral y ética inspirada en la ideología de género. También porque el derecho de los padres a la formación religiosa de su hijos y sus derechos fundamentales se vulneraba.

El tribunal ha dicho que no hay peligro para los jóvenes andaluces. Y declara: "De las normas impugnadas no se deriva directamente la implantación de una asignatura que imponga la formación moral en la ideología de género". Es normal y coherente que, con esta declaración judicial, los recurrentes no intenten rectificar el auto dictado ni siquiera por vía de recurso de súplica. Y decía que es natural porque en un natural sentido de las cosas, y de nuestros tribunales, habrá que pensar que ningún juez -salvo uno que trabaja a su aire en Murcia y que no se sabe por dónde va a salir- ni tribunal dejaría de adoptar una medida cautelar si existiera el mínimo riesgo de una educación ideológica para la juventud o/y una vulneración de derechos fundamentales. Ningún tribunal lo consentiría. Es razonable, por tanto, abandonar el erre que erre y que algunas estupideces y me refiero a manifestaciones políticas -y nunca a los recurrentes que ejercen su derecho a la tutela judicial- que se han dado en torno a esta asignatura empiecen a abandonarse. Después de todo estamos en período preelectoral y hay que alejarse de los extremismos. Lo triste es que algunos, y entre ellos me cuento, terminamos cansados pues cada vez que surge una ley, decreto o una actuación política tenemos que desprenderla de expresiones dirigidas a confundir y a enturbiar. Menos mal que Mariano ha pedido sentido común a los suyos. Es un consuelo -si alguien le hace caso- para muchos. No siempre hay un auto judicial que tumbe el auto de fe con el que día a día algunos siguen en esto de quemar avances sociales.

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