"Moscú está poniendo a prueba a los europeos"
Nada más aterrizar en el Foreign Office (el Ministerio de Asuntos Exteriores británico), hace casi tres meses, David Miliband se encontró con la primera crisis diplomática sobre la mesa: Rusia se negaba a extraditar al principal sospechoso del asesinato del ex agente secreto Alexánder Litvinenko, envenenado el año pasado en Londres con polonio 210, una sustancia radiactiva. Como represalia, el Reino Unido expulsó a cuatro diplomáticos rusos y suspendió la concesión de nuevos visados. Moscú dio a su vez idéntica respuesta.
Arrancaba así una etapa de distanciamiento entre ambos países que coincide con otros nubarrones en las relaciones ruso-europeas, provocados por el tira y afloja en el suministro de gas, las amenazas rusas de abandonar el tratado de armas convencionales o el contencioso del escudo antimisiles de EE UU.
En opinión de Miliband, de 41 años y fulgurante figura del laborismo británico, "Rusia está poniendo a prueba a la UE", y sólo hay una respuesta posible: que los europeos adopten "una estrategia conjunta". Así lo expresó ayer en Madrid, en un desayuno con empresarios, políticos y diplomáticos organizado por el Real Instituto Elcano. El ministro británico reconoció que las necesidades energéticas condicionan inevitablemente las relaciones bilaterales ("Nosotros hemos pasado de ser independientes al 80% a dependientes al 80% en 15 años", dijo), pero la Unión Europea no puede dejar de presentar una postura común frente a las presiones de Moscú. "Somos más fuertes si actuamos juntos", dijo Miliband, que matizó, no obstante, que el Reino Unido no tiene una visión "únicamente defensiva" respecto a Rusia. "Estamos deseando apoyar las aspiraciones rusas de integrarse en la Organización Mundial del Comercio, por ejemplo, pero Rusia tiene obligaciones que cumplir en el sistema internacional, además de derechos que reclamar".
La misma estrategia es aplicable a China y a Irán. "Irán es un país educado, con una historia brillante, y tiene derecho a ser respetado. A lo que no tiene derecho es a desatar una nueva carrera nuclear en Oriente Próximo".
Con una oratoria brillante y optimista, muy en la línea de su mentor, Tony Blair, y con un estilo dinámico y cercano (no dudó en presentarse en mangas de camisa ante una audiencia trajeada, en los salones majestuosos del hotel Ritz), Miliband defendió con ardor la incorporación de Turquía a la UE. Si los europeos se encierran como un "club cristiano", incapaz de acomodar a un país de población musulmana, pero secular, transmitirán una "muy mala señal" al extremismo islamista.
El jefe de la diplomacia británica concluyó ayer en Lisboa una gira europea que le ha llevado antes a Rumania, Turquía, Italia y España, donde se reunió con el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y su homólogo, Miguel Ángel Moratinos.
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