Las naciones de Israel
Palestina/Israel: un país, un Estado, de la estadounidense residente en Suráfrica Virginia Tilley, es una inteligente, generosa y hábil aproximación al intratable conflicto palestino-israelí, cuyas previsiones, sin embargo, no tienen la menor probabilidad de cumplirse al menos en una o dos generaciones hasta que se altere el mapa de odios, sangre e intransigencia con que los dos pueblos se tratan. Tilley, que tiene demasiado presente cómo la mayoría negra se libró del apartheid en Suráfrica, argumenta que, puesto que no existe la más mínima posibilidad de que Israel se retire del 15% o 20% de la Cisjordania colonizada, levantando ciudades, creando una infraestructura extensa, sólida y costosa, estableciendo allí, de momento, alrededor de 250.000 colonos -sin contar la creciente expansión municipal de Jerusalén-Este-, no queda más remedio que pensar en otra cosa, que no le cabe duda de que sólo puede ser la creación de un Estado binacional de árabes y judíos. Esa demografía, que si hoy aún sería de una cierta paridad de número, no se le escapa a la autora que pronto se convertiría en una mayoría de árabe-palestinos, lo que acabaría por darles el control democrático del Estado. Y aunque sólo sea por eso el plan es aún más inviable que el de la retirada. Tilley afirma algo así como que dado que no hay manera de probar sin lugar a dudas la existencia de Dios, éste no existe. Pero que no exista no depende de ningún razonamiento a contrario. La propuesta del Estado binacional, por otra parte, fue la primera que concibieron los palestinos de la OLP, de cuando creían que aquello de "uno y mil Vietnam" era aplicable a su caso, y que por la fuerza algún día liberarían la tierra de la que se les había despojado. Fue a finales de los años ochenta cuando el movimiento palestino comenzó a adquirir una cierta cordura, cuando renunció a ese Estado ideal, democrático, biétnico, birreligioso y binacionalista, experiencia que no ha funcionado jamás en ninguna parte, salvo que, como en Suráfrica, una de las naciones en cuestión admita que el poder político lo ejerce en su práctica totalidad la otra, por su condición de muy mayoritaria.
PALESTINA/ISRAEL: UN PAÍS, UN ESTADO
Virginia Tilley
Traducción de Juan Mari
Madariaga
Akal. Madrid, 2007
271 páginas. 25 euros
Pero que no se me malin
terprete; el libro está muy bien documentado, argumentado, no escatima las razones en contra de la solución que propone, que incluso son de bastante más peso que las favorables, y constituye siempre una aportación valiosa al debate medio-oriental; el hecho de que no tenga grandes expectativas de éxito, no debe preocuparle a Tilley porque hasta la fecha ningún juego de proposiciones ha dado el menor resultado. Diríase que primero tiene que producirse un profundo cambio en las sensibilidades sionistas, que la autora subdivide en tradicionales, neosionistas, y possionistas, para que una solución, cualquier solución digna de tal nombre, esté madura para la paz, seguramente no con una retirada in toto, en lo que estamos casi todos de acuerdo es que es inverosímil, pero sí, quizá, parcialmente completada con canjes territoriales entre ambos Estados, palestino e israelí. Algo, sin embargo, parece estar bastante claro: Israel va a seguir haciendo caso omiso de la ONU, que le ordena que abandone lo conquistado en la guerra de 1967, y los judíos israelíes no están interesados en suicidarse con ninguna clase de soluciones binacionales. Su propuesta, en último término, merece la atención y el estudio de los actores de esta farsa trágica de Oriente Próximo, y el conocimiento del público porque, sin duda, sería con gran ventaja la solución más justa y democrática al problema. Sólo que ni Israel ni Estados Unidos tienen el menor interés en ella.
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