Venganzas literarias
Si el destino de la crítica es desaparecer detrás de la grandeza de la obra criticada, sólo puede reaparecer cuando se convierte en una obra de creación propiamente dicha. No hay memoria de una crítica en exclusiva, la memoria literaria sólo conserva la de un crítico por haber brillado en otro terreno, como la filosofía (Aristóteles), la creación (Goethe) o la historia (Menéndez Pelayo). Hasta un crítico como nuestro Leopoldo Alas Clarín no sobrevivió por su dureza crítica, sino por su narrativa. Así las cosas, ¿cómo explicar la supervivencia de Charles-Augustin Sainte-Beuve (Boulogne, 1806-París, 1869) a dos siglos de su nacimiento y más de uno y medio de su muerte, de quien ahora aparece por vez primera entre nosotros una de sus obras fundamentales: Mis venenos, avalada por el prólogo de Juan Malpartida?
MIS VENENOS
Charles-Augustin Sainte-Beuve
Traducción de Fátima Sáinz
y Marise Privat
Artemisa Ediciones. La Laguna (Santa Cruz de Tenerife), 2007
338 páginas. 17 euros
De hecho, Mis venenos no es
un libro de Sainte-Beuve, pues fue publicado a más de los cincuenta años de su muerte (1924), por uno de sus antólogos, Victor Giraud, aunque su texto disperso fuera escrito por él de cabo a rabo, lo que resplandece en su inimitable estilo. Pues al fin y al cabo, la grandeza del Sainte-Beuve crítico se ve mejor en el estilo de sus críticas que en la mesura y calidad de su estimable obra de creación, reflejada en una novela (Voluptuosidad), algunos relatos y abundantes poemas que no le proporcionaron la fama final, que consiguió con una obra crítica considerable, los cinco tomos de Port-Royal, los cuarenta de sus Retratos literarios, Charlas del lunes y Los nuevos lunes, a los que habría que unir otros veinte de su "epistolario" y diversos volúmenes sueltos, sobre Virgilio, Chateaubriand y otros más, hasta alcanzar casi los cien volúmenes en total.
Bien, pues aquí está uno de los más interesantes, escrito por él mismo a trozos, fragmentario, recogido cuidadosamente pero que utiliza sus "venenos" en pequeñas dosis, como vacunas o curativos bien usados en pequeñas dosis adecuadas. Explica pues sus gustos, empezando con sus desacuerdos, sobre todo con el gran triunfador de su tiempo Victor Hugo, con quien rompió tras una estrecha amistad, y de cuya esposa se enamoró perdidamente, pero de cuyos amores apenas quedan rastro, pues sus cartas desaparecieron, aunque queda un libro de poemas publicado póstumamente, El libro de amor donde se cuenta su historia con delicadeza.
Pero ha venido un investigador, Michel Brix, quien en Victor Hugo y Sainte-Beuve. Vida y muerte de una amistad literaria (Kimé. París, 2007) explica las razones literarias que nada tienen que ver con dichas historias de amor. Victor Hugo respetaba a Sainte-Beuve como escritor y como crítico, quien siempre fue independiente, y hasta se peleó con Napoleón III, al final, aunque le había nombrado senador. Ésta es su lección, la de su vuelta al clasicismo tras su romanticismo inicial, a las mujeres o los moralistas a la escritura sencilla y repleta de intimismo y verdad, que constituyen lo mejor de su teoría literaria. Sainte-Beuve sigue vivo a través de la historia y gracias a su inimitable estilo.
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