Trabajo admite miles de solicitudes fuera de plazo para salvar la vendimia manchega
Cientos de rumanos y búlgaros se concentran a la intemperie en los principales pueblos
Sólo cuatro días antes de la vendimia, cientos de agricultores de Castilla-La Mancha han empezado a entregar en las delegaciones del Ministerio de Trabajo solicitudes para contratar a la legión de rumanos y búlgaros que acampan en la región. Aunque son presentadas fuera de plazo y su tramitación no terminará hasta después de la cosecha, la Administración se ha visto forzada a admitirlas. "Por lo menos, así tenemos la identidad de los trabajadores y, aunque tarde, podremos garantizarles el alta en la Seguridad Social", explica el delegado del Gobierno, Máximo Díaz-Cano.
El presidente de la cooperativa Virgen de Las Viñas, de Tomelloso, que agrupa a 30 agricultores, se presentó a mediodía de ayer en la delegación del Ministerio de Trabajo de Ciudad Real con una relación -escrita a mano- de rumanos y búlgaros a los que quería contratar. "Tienen que empezar a trabajar el lunes", advirtió.
El último Consejo de Ministros del año pasado estableció que las solicitudes de contratación de inmigrantes debían presentarse, como mínimo, tres meses antes del inicio de su actividad laboral. Ese plazo afectaba también a rumanos y búlgaros, que el 1 de enero entraron en la Unión Europea, pero sobre los cuales pesa una moratoria de dos años para trabajar en España por cuenta ajena.
Posteriormente, la Administración acordó rebajar el plazo a sólo dos meses en Castilla-La Mancha. Es decir, que para cumplir con la ley, los cooperativistas de Virgen de Las Viñas deberían haber presentado sus expedientes el 2 de julio.
A pesar de ello, la Administración ha admitido sus solicitudes -y sigue aceptando las de otros muchos agricultores de la región-, con la esperanza de salvar la vendimia y de evitar, además, un conflicto social con los miles de rumanos y búlgaros que, cada vez en mayor número, se van concentrado en los pueblos más importantes.
Sólo en Moral de Calatrava, una localidad de 5.200 habitantes situada a 12 kilómetros de Valdepeñas, se han establecido en los últimos días cerca de un millar de rumanos y búlgaros, la mayoría de etnia gitana. Algunos han levantado campamentos en las afueras, pero otros duermen sobre cartones en la misma plaza principal.
"Señoritos" y "nómadas"
El portavoz parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, Joan Herrera, emitió ayer un comunicado en el que afirma que los empresarios de La Mancha contratan a los jornaleros rumanos ilegalmente, con prácticas semejantes "a las que se vivían en aquella tenebrosa España de los señoritos".
Es difícil aplicar el calificativo de "señoritos" a los agricultores de la región. Se trata de gentes que durante muchos años se han partido la espalda trabajando sus viñedos, y que aún se levantan a las seis de la mañana y trabajan los campos con sus propias manos. Como la vida ha sido dura para ellos, consideran lógico que también lo sea con los demás. Sobre todo, si el caso afecta a su propio bolsillo.
La mayoría de los rumanos y búlgaros que se han concentrado en la región para recoger las uvas tienen poco que ver con sus compatriotas que trabajan en la hostelería o la construcción. Se trata de gitanos nómadas, poco queridos en sus países, y han llegado a La Mancha siguiendo la ruta de la cosecha: el ajo, el melón, la uva... Al igual que sus padres y sus abuelos, viven -literalmente- a salto de mata. De ahí su facilidad para trasladarse de campamento en campamento cuando la Guardia Civil se lo requiere.
Ninguna de estas precisiones resta gravedad a lo que está sucediendo en Castilla-La Mancha. Pero conviene tenerlas en cuenta a la hora de buscar una solución. El delegado del Gobierno, Máximo Díaz Cano, insiste en la necesidad de aplicar "la pedagogía de lo razonable". Esa receta ha logrado que los agricultores de Cuenca hayan presentado 2.300 solicitudes -muchas fuera de plazo-, frente a las 437 del año pasado.
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