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Reportaje:

Nuevos horizontes discográficos

Los sellos vascos asumen el cambio de escenario en los hábitos de consumo cultural y buscan nuevas vías de negocio

Si la pasada década de los ochenta se recuerda como un mal tiempo para la lírica, gracias a los versos de Germán Coppini y sus Golpes Bajos, el arranque del siglo XXI será visto en un futuro como un mal periodo para la edición de discos. La crisis sigue instalada en el sector discográfico, cada vez resulta más fácil acceder a grabaciones gratuitas y no se vislumbra el final de la sangría.

Aún así, algunas discográficas no quieren oír hablar más de crisis, porque lo cierto es que la música no ha dejado de interesar. La última gran encuesta sobre hábitos de consumo cultural realizada por la Fundación Autor y el Ministerio de Cultura revela que el 48,8 % de los españoles escucha música a diario, que el 83% lo hace con frecuencia y que uno de cada cuatro acude al menos una vez al año a un concierto de música popular. Cifras alentadoras para un sector que da empleo a 60.700 personas. Con estos datos en la mano y el convencimiento de que el volumen de ventas totales no volverá a alcanzar en España los 78,9 millones de ejemplares que registró en 2001 (el año pasado se vendieron poco más de 40 millones de soportes), los empresarios han asumido el cambio de escenario y fían su supervivencia y la recuperación de los antiguos márgenes de beneficio a nuevas vías de negocio.

"El disco como negocio dejará de existir, pero música va a seguir habiendo, y alguien tendrá que pagar"

"La tendencia es que poco a poco las discográficas busquen en otras actividades la rentabilidad de sus inversiones. El disco no ha perdido todavía la capacidad de promocionar a un grupo para que consiga actuaciones en directo; entonces, es lógico que las discográficas lo vean como una parte suya e intenten captar rentabilidades que vienen del mundo del directo. Esas cosas están sucediendo ya", destaca Anjel Valdés, presidente de la Asociación de Discográficas Vascas.

Valdés considera que "se está desarrollando un mundo nuevo, que está a las puertas, y el que sepa cogerlo lo cogerá, y el que no sepa cogerlo tendrá que dedicarse a otra cosa". Si apenas se venden discos, el objetivo debe ser explotar nuevas rentabilidades derivadas del producto físico o de su promoción, como las actuaciones en vivo, servicios editoriales o lograr que una canción sea sintonía en un programa de televisión o suene en un largometraje o documental.

Valdés, al frente de la discográfica Elkar, la de mayor fondo de catálogo de Euskadi, procurará obtenerlo con "buena música popular en un abanico lo más amplio posible". Así, prescindirá de apostar por grupos primerizos y editará dos recopilaciones, una reedición de Mikel Laboa y nuevos discos de Gari (ex Hertzainak), Jabier Muguruza, Oskorri y Txirri, Mirri eta Txiribiton.

Oihuka sólo publicará dos novedades (Governors y Ken 7) antes de finalizar el ejercicio, cuando hace siete años por estas fechas tenía seis o siete en cartera. "Las ventas han bajado una pendiente como la del Aubisque o el Tourmalet, pero no debemos tenerle miedo a eso, porque el disco actual va a dejar de existir. Dentro de poco el soporte será otro, no sabemos si digital, on line o a través de móvil", reflexiona Ritxi Aizpuru, director de Oihuka.

"Si por cada disco que se vende ahora hay 40 copias en CD-R y otras 40 en descargas de Internet, si por cada disco vendido hay otros 80 girando, eso significa que la música es gratuita, así que hay que buscar patrocinios e ideas diferentes", añade. "El disco como negocio va a dejar de existir, pero música va a seguir habiendo, así que alguien tendrá que pagar", concluye.

Su idea no es nueva. Elkar recurrió al patrocinio de seguros Lagun Aro para financiar la producción del último disco de Kepa Junkera (Hiri) y su posterior gira promocional.

Otras novedades llegarán en próximas fechas bajo los sellos de Brixton Records (New York Ska Jazz Ensemble, Akatz), Gaztelupeko Hotsak (Txuma Murugarren, Petti, Joserra Senperena, Uek, Stay Blues), Noizpop (Doubtful, Audience, Le Noise, Xabier Montoia), Errabal (Four Brothers and A Ghost) y Baga-Biga (Muted, Noizean Behin, Kalte).

La necesaria diversificación de los formatos

Xabi Brixton, responsable de Brixton Records, sostiene que otra salida al actual estancamiento del negocio discográfico pasa por diversificar los formatos. "Nosotros estamos sacando ediciones limitadas de vinilos que proporcionan ventas adicionales", afirma.

Agustín Barandiarán, de Baga-Biga, apuesta también por diversificar y destaca que su compañía sobrevive gracias a compaginar su doble condición de empresa de organización de conciertos y discográfica. "Sólo con los discos sería imposible subsistir", reconoce el impulsor de una firma que en su web (www.baga-biga.com) ofrece también servicios de alquiler de equipos profesionales de luz y sonido, gestión de salas de conciertos, representación de grupos, promoción musical y estudio de grabación.

Gotzon Uribe, a la cabeza de Noizpop, alude a su falta de pretensiones entre las razones que justifican su aguante en el negocio: "Noizpop subsiste por su espíritu mitad amateur, mitad profesional. Es como cuando tienes en tu casa un taller o txoko de manualidades, como aquel que le gusta hacer maquetas de barcos o de aviones. Después de un día de trabajo vuelves a casa y con muchas ganas, mimo y dedicación te pones a construir la maqueta. Igual que las maquetas las eliges tú y las haces tú por tu gusto, pues nosotros somos igual. Elegimos a los grupos que nos gustan y nos emocionan y en nuestro tiempo libre intentamos darles a conocer y hacer llegar a la gente esa música".

Mientras los gestores de las discográficas aguardan con una mezcla de curiosidad y ansiedad un nuevo formato incopiable, diversificación y nuevas iniciativas parecen ser el futuro.

Donde nadie parece ver una gran fuente de ingresos es en las descargas legales de canciones a través de Internet. La Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC) destaca que un 61,1% de los internautas españoles descargó música de la Red en 2006, pero sólo un 3% pagó por lo que se bajaba. Así, un total de 750 millones de canciones se descargaron de forma no autorizada en España. "Eso aclara cualquier duda. No va a haber nadie que invierta una peseta cuando sólo se produzca para ser vendido mediante vía digital", sentencia Anjel Valdés, de Elkar.

Las discográficas vascas no han apostado por esa idea. La primera que lo intentó, Metak, sucesora de Esan Ozenki, pagó su osadía con el cierre a principios de 2006.

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