Muerte sin explicaciones
El padre del bebé fallecido en Córdoba pide que se aclare el caso
Manuel Valenzuela, el padre del bebé que murió durante el parto el pasado domingo en el hospital Reina Sofía de Córdoba, quiere una explicación. El lunes acudió a los juzgados a denunciar al centro médico. "No quiero que esto suceda más", dice Valenzuela. El hospital ha anunciado que el mismo domingo abrió una investigación interna para tratar de esclarecer la muerte del bebé. "El embarazo fue perfectamente, en las revisiones no hubo ningún problema", asegura Valenzuela, quien se queja de que no se le ha dado una explicación convincente sobre la muerte de su hija, que se iba a llamar Ana. El Reina Sofía aguarda a que se conozcan los resultados de la necropsia que se le practicará al bebe, que ya nació sin vida, para ofrecer una versión sobre las causas del fallecimiento. Según la versión del padre, tras varias horas reclamando una explicación, un responsable del centro le comunicó que el fallecimiento se produjo por "sufrimiento fetal" durante el parto.
Valenzuela, de 38 años, y su esposa Isabel Nievas, de 37, llevaban más de dos años intentando tener un hijo. Tuvieron que recurrir a la fecundación in vitro. La mujer se quedó embarazada a finales de año. Los nueves meses de gestación, asegura Valenzuela, transcurrieron sin complicaciones. "Mi mujer estuvo trabajando hasta el mismo viernes". Ese mismo día, según el testimonio del marido, pasó una revisión en el Reina Sofía, donde le indicaron que el parto estaba programado para este martes si no surgían inconvenientes.
Pero en la madrugada del viernes al sábado Nievas rompió aguas y su marido la llevó desde el municipio de Bujalance, donde residen, a Córdoba capital. Tras varias horas ingresada en planta, la mujer fue conducida al paritorio. Se instaló a su lado el monitor que controla los latidos del bebé y de la madre.
"La alarma del monitor estuvo saltando durante dos horas", sostiene Valenzuela. Y cada vez que esto ocurría los facultativos acudían y apagaban el indicador de aviso. "Nos tranquilizaban y nos decían que todo iba bien, que el bebé se estaba colocando para el parto y que por eso se perdía el sonido de los latidos".
Valenzuela no se alteró. "Estaba en manos de profesionales", afirma. Pero, de repente, uno de los facultativos entró en la habitación y "puso una cara extraña", recuerda el marido. "Le tocó el vientre y estuvo un rato con ella". Luego le realizaron una ecografía. "Yo ya sabía que pasaba algo raro por sus caras y me dijeron que a la niña se le había parado el corazón", recuerda Valenzuela. En ese momento comenzó el periplo del padre por encontrar una explicación a esa muerte. "Estuve 24 horas sin que nadie me dijera nada". Así que decidió acudir al juzgado de guardia para denunciar al centro.
Según Valenzuela, el monitor al que estaba conectada su mujer está precintado por orden del juez, quien ha reclamado el informe de la máquina. Dice el padre que encima del aparato había un pequeño letrero en el que se podía leer la palabra "averiado". "Había escrita otra cosa más que no recuerdo, aunque no sé si se refería al monitor". El miércoles la pareja de Valenzuela recibió el alta. "Ella no quiere hablar con nadie", dice su marido.
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