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'BLOG' PARTY
Columna
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Regreso al futuro

"La mejor manera de predecir el futuro es inventarlo". Esto lo dijo Alan Kay, científico estadounidense que trabajó junto a Steve Jobs en Apple. Por cierto, un fuerte abrazo a quien fuera que inventó el "control zeta". Pero, como, desafortunadamente, este maravilloso comando no es todavía aplicable a las decisiones unplugged, pues nos vamos de discoteca de verano, que se lo prometimos. El destino, nos comentan, se asemeja mucho a lo que podría ser el futuro. El 1984 de Orwell, o el 2001 de Arthur C. Clarke parecen el horóscopo de una revista femenina comparados con este club llamado Kubik al que hoy acercamos. Situado bajo la placa solar del Fòrum, se trata de espacio de arquitectura efímera, construido a base de cubos iluminados y, como Madonna o Al Gore, de vocación sostenible. Está siendo la sensación de este verano que se quedó sin canción. Llegó el pasado 13 de junio desde Berlín y se autodestruirá (para reciclarse, claro, nada de verdades incómodas en el año Live Earth) el próximo 29 de septiembre. Alemanes, cuidado: la última vez que compartisteis algo con Barcelona -la feria de moda Bread and Butter- nos la acabamos quedando. Robamos todo aquello que no sabemos dónde guardar, ya nos avisó Paul Weller.

Ahora suena: Discomania, de Luke Haines. El hombre que inventó por accidente el britpop con los geniales The Auteurs, debutaba en solitario con un álbum en que se ofrecía como el Dickens para la generación SMS.

Cultura de club es un término acuñado en los noventa. En pleno apogeo sideral de la electrónica de baile, el DJ, la muerte del rock and roll y demás premoniciones apocalípticas de cuando aún se creía que los movimientos de la cultura popular, al igual que las diferentes versiones de Windows, tenían como principal misión eliminar todo lo anterior, surgió este intento de cambio de paradigma. Esos bólidos que eran más bellos que la Victoria de Samotracia.

El problema es que se obviaba que el progreso es doloroso, y que el revival es, a veces, un lugar demasiado tentador. Murió el VHS sin que hubiéramos aprendido a programar el vídeo, todavía somos incapaces de enviar una foto a través del móvil y algunos ya nos hemos instalado en el lado erróneo de los 30 sin saber igualarnos las patillas. Lo cantaban The Rainmakers: "La generación que iba a cambiar el mundo aún anda buscando las llaves del coche".

Del ordem e progreso al ocio progresivo. En esas estamos. Ante la inmensidad del espacio Kubik, nos proponemos seguir la moraleja de Robert Duvall en la película Colors. "En lo más alto de una ladera, el toro viejo y el toro joven avistan unas vacas que pastan felices. Y le dice el toro joven al viejo: ¿Por qué no bajamos al galope y nos cepillamos a una de esas vacas? Y el viejo le responde: ¿Por qué no bajamos andando y nos las cepillamos a todas?". Somos pocos y cobardes. Esto habrá que digerirlo con cadencia proustiana. Allá vamos. Diseño moderno pero responsable, o sea, el 50% del concepto Dubai. Diferentes músicas para diferentes días de la semana, una importación anglosajona infalible para fidelizar sin empalagar.

Esto podría ser un brainstorming para una campaña de bombones, si no fuera porque la mitad de los presentes parece que, como la modelo del anuncio, sólo comen agua. Nosotros parece que, más que el apetito, lo que hemos perdido es el sentido de la orientación, pues nos pasamos la noche mandándonos mensajes para localizarnos. Antes de los móviles no nos perdíamos nunca. La tecnología provoca un estado de relajación que ni el cannabis. Explicaba Umbral que le regalaron un teléfono móvil y, a los pocos días, estando en un lugar en el que se suponía no debía estar, el artefacto sonó. El escritor descolgó y preguntó, sorprendido: "¿Cómo sabías que estaba aquí?" Miramos alrededor y nos convencemos de que nadie sabrá jamás que hemos estado en este lugar. Entonces, se dispara la cámara de un teléfono. El futuro siempre llega a tiempo para acabar con la poesía.

Ahora suena: Hermann loves Pauline, de Super Furry Animals. Magnífico tema de pop psicodélico galés. Los protagonistas de la letra son los padres de Einstein.

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