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Los incendios arrasan Grecia

El fuego avanza sobre Grecia

Una ola de incendios fuera de control mata a 49 personas - El avance de las llamas es tan rápido que atrapa a las víctimas en casas y coches - El desastre desborda a las autoridades

Atenas, rodeada por las llamas. Olimpia, asediada. Reunión de urgencia del Gobierno en Esparta. Lamentablemente, no se trata de un guión sobre la Grecia clásica. Es la Grecia del 25 de agosto de 2007, fecha que quedará grabada como una tragedia contemporánea: medio centenar de personas ha muerto en la terrible ola de incendios que asuela todo y que un viento endemoniado ha envalentonado hasta extremos nunca antes conocidos. Los focos se sucedían, las autoridades quedaban desbordadas y las víctimas, atrapadas. "Es una gran tragedia nacional", afirmó el primer ministro, Costas Karamanlis, al declarar el estado de emergencia.

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El Gabinete se reunió en Esparta, en el Peloponeso, la región más afectada. Grecia renueva el Parlamento el próximo 16 de septiembre. El conservador Karamanlis afrontaba una aparentemente fácil reelección, con la economía marchando mejor de lo habitual y sin máculas de escándalos, tan presentes en otros comicios. Pero entre las elecciones que el primer ministro imaginó y las que van a desarrollarse se ha colado una bomba de consecuencias impredecibles: el fuego.

El verano ya empezó mal en Grecia; los incendios devastaban bosques y las críticas sobre la lenta respuesta llovían de todos lados. Pero lo de ayer, con medio centenar de cadáveres encima de la mesa y la situación descontrolada en el Peloponeso, convierte cualquier episodio previo en una nimiedad.

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Los focos de fuego empezaron a extenderse el viernes. Hubo un brote importante cerca de Areópolis, al sur del Peloponeso; luego en la apacible Zaharo, al oeste, en el mar Jónico y cerca de Olimpia; luego en la zona de Leonidio, al este, en el área de la legendaria Esparta. También empezó a quemarse el centro de la Península, en la zona de Megalópolis, y después la isla de Eubea, junto a Atenas. Llegó la noche y el descontrol se insinuaba incluso ante los nuevos visitantes, que llegaban en avión al país. Antes de aterrizar, el piloto advertía: "Les pedimos que no se asusten si notan un fuerte olor a quemado. Al avión no le pasa nada. Se trata de los incendios".

Lo que en la noche se intuía se mostró con toda su crudeza cuando volvió la luz: un horror sin precedentes en Grecia como consecuencia de los incendios. Los pueblos y las carreteras del Peloponeso empezaron a contar sus muertos, y por la noche llegaban a 49. Sólo en la zona de Zaharo sumaban casi 30. El fuego se extendió tan deprisa que algunos no pudieron escapar de sus casas. Y al menos nueve personas que viajaban en dos vehículos quedaron carbonizadas al encontrarse de noche en medio del fuego. La gran mayoría de las víctimas es griega, aunque se apuntaba que dos turistas franceses habían fallecido.

"Hoy es un día de duelo nacional; estamos experimentando una tragedia", afirmó Karamanlis, quien suspendió las vacaciones -al igual que los líderes de todos los partidos, inmersos ya en la precampaña- y convocó una reunión de urgencia en Esparta, primero, y en Atenas, después. El Gobierno ha movilizado todos sus recursos y ha declarado el estado de emergencia no sólo en el sur, sino en todo el país. El viernes solicitó ayuda a la Unión Europea, y Francia mandó ayer mismo cuatro aviones cisterna y un equipo de 72 bomberos. España, por su parte, aportará dos hidroaviones con tres tripulaciones del Ejército del Aire, que podrían partir hoy y que se sumarán a los aparatos ofrecidos por Alemania, Noruega e Italia.

La situación distaba de estar bajo control: a media tarde de ayer había todavía 81 focos activos. "Este momento exige responsabilidad, sacrificio. Es un momento de batalla", añadió Karamanlis.

"Es terrible, nunca antes había pasado nada parecido", se lamentaba Panagiotis, un comerciante del barrio ateniense de Plaka. En algunas zonas se cortó la luz, a ratos Internet dejó de funcionar incluso en pleno centro de Atenas. "Todo el país está ardiendo y no sabemos qué hacer", remachó Panagiotis.

Atenas, la capital, también sufrió en carne propia el terror de las llamas, aunque sin víctimas. El monte de Imitos, al este de la ciudad, empezó a arder por la mañana, y también aquí el viento multiplicó la furia del fuego. Un monasterio fue evacuado y la autopista al aeropuerto quedó cortada. A primera hora, los turistas observaban, con más curiosidad que preocupación, la humareda tras la Acrópolis. Algunos sacaban fotos. Pero el humo crecía, el cielo se iba tiñendo de un rojo cada vez más agresivo y sobre las ensaladas griegas que se servían en las magníficas terrazas de Plaka, Anafiotika y Syntagma empezó a caer, con intensidad creciente, ceniza cada vez más grande. De repente, parecía que la ciudad se cubría de caspa. Era un recordatorio de que todo el sur del país se ha convertido en un "crematorio", como subrayaban los medios locales.

Una anciana camina entre coches quemados en la villa de Artemida, en el Peloponeso.
Una anciana camina entre coches quemados en la villa de Artemida, en el Peloponeso.REUTERS

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