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Reportaje:Aste Nagusia

Aquel tiempo de esplendor teatral

Bilbao recuerda los ochenta, cuando los montajes escénicos llenaban cines y locales

A principios de los años ochenta, Bilbao se convertía en verano en el Broadway español. Llegaron a coincidir en la cartelera hasta 12 compañías, algunas de las cuales ofrecían estrenos absolutos. Cines y locales se reconvertían en escenarios por unas semanas y el público abarrotaba las salas. Ir al teatro en agosto en Bilbao era una cita obligada.

"Las compañías, en lo que se llamaba hacer las provincias, acudían a Bilbao

a poner a prueba los espectáculos que luego llevarían a Madrid o a hacer el último acto de lo que se había estrenado en Madrid meses antes. Lo más interesante de la temporada en los ochenta es que se disfrutaba de estrenos como los de Buero Vallejo o Antonio Gala, por ejemplo. Era todo un fenómeno, pero se reducía casi exclusivamente al mes de agosto", recuerda Pedro Barea, profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UPV, crítico teatral y ensayista.

Ahora, la oferta de Aste Nagusia resulta más parecida a la de todo el año, añade. "Hay programación casi diaria, si no en Bilbao, en Barakaldo o Basauri, por ejemplo. Eso es positivo para el público teatral y para la profesión, aunque signifique que haya decaído la oferta en Aste Nagusia. Ya no existe esa efervescencia teatral, como tampoco hay tantos cines. Son otros tiempos", comenta Barea.

Al aire libre

Los que suben ahora a los escenarios son montajes similares a los del resto de la temporada. "Incluso repite alguno que ya estuvo en Bilbao como La cabra o ¿quién es Sylvia?, dirigida e interpretada por José María Pou, que se puede ver en el Euskalduna", cita.

En la oferta, Barea no incluye los espectáculos de calle. "No es un género estrictamente teatral, también es circense, de animación". Tampoco se muestra muy convencido de propuestas como los monólogos, aunque reconoce que para épocas festivas dan buen resultado y los aprecia un amplio público. Con todo, los montajes al aire libre frente al Teatro Arriaga son uno de los actos de mayor éxito de público año tras año.

El teatro en la Aste Nagusia se reduce actualmente a la oferta pública en el Arriaga o el Euskalduna. "Sólo el Teatro Ayala [presenta Cómeme el coco, negro, de La Cubana] resiste como testigo de lo que ha sido la inciativa privada. Es el único símbolo, el estandarte de la crisis del teatro particular", dice Barea.

Para el profesor de la UPV y crítico, la empresa pública cumple ahora el papel de la privada. "Han vampirizado a la empresa privada. El erario público costea espectáculos que no tendría por qué. Y ya no hay empresarios", explica. Lo que sí es cierto, añade, "es que para los actores no está mal, porque saben que quien pilla un título lo va a tener durante una larga temporada".

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