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Reportaje:

De Japón a Ponferrada

Un nipón de 69 años cruza medio mundo para buscar desaparecidos de la contienda española

Natalia Junquera

Arrodillado en el suelo, limpiando el esqueleto de un hombre con el que no tiene nada que ver, entre otras cosas porque nació a miles de kilómetros de distancia de su pequeña aldea de Japón, hay un nipón llamado Toru Arakawa, de 69 años, incapaz de dejar de sonreír. "Estoy contento de haber vuelto", asegura. Se refiere a su regreso al monte de La Andaya, en Lerma (Burgos) donde el año pasado, por primera vez, ayudó a rescatar de la tierra los cuerpos de 56 republicanos enterrados sin nombre.

Todo empezó en agosto del año pasado, cuando Toru leyó en un periódico nipón un artículo sobre las exhumaciones de fosas en España. La información incluía una foto de Santiago Macías, vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y Toru no se lo pensó dos veces. Probablemente, tampoco una. "Cogí un avión a Madrid, luego un autobús a Ponferrada y busqué a Santiago". No intentó el teléfono o el correo electrónico. Cruzó el mundo convencido de que podría echar una mano desenterrando una parte de la historia española que conocía muy bien: "He leído unos 40 libros de la Guerra Civil española. Soy un apasionado del tema", aclara Toru, como si hiciera falta.

Una vez en Ponferrada, fue al Ayuntamiento con su recorte de prensa. Entonces no hablaba nada de castellano -"ahora estoy aprendiendo, para leer los libros que me faltan y que no han sido traducidos", afirma- pero consiguió que una trabajadora entendiera que había venido desde Japón buscando al hombre de la foto. La empleada que le atendió resultó ser prima de Macías. "Cuando me llamó y me dijo que había un japonés preguntando por mí, pensé que era un periodista. Cuando quedamos, me abrazaba, entusiasmado, y yo me quedé alucinado. Fue muy emocionante. A los pocos días se fue a Galicia, a la exhumación de una fosa en As Pontes. Ha vuelto este año y estoy seguro de que volverá el que viene", afirma Macías.

Toru, profesor de inglés jubilado, volverá a su país en diciembre. "Mi mujer me apoya pero no ha querido acompañarme porque no habla nada de español". En el futuro, asegura que le gustaría dar conferencias sobre la Guerra Civil española en su país.

Toru no es el único extranjero en la fosa de La Andaya. Unos metros más adelante, trabaja Daniela Leiva, chilena, antropóloga forense. Lleva seis años en la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos de la policía chilena, que busca a desaparecidos durante la dictadura de Pinochet. Agosto era su mes de vacaciones pero ha decidido emplearlas echando una mano para encontrar a los desaparecidos de aquí. "En Chile hay procesos judiciales abiertos por estas desapariciones o secuestros permanentes. Aquí no. Creo, por mi experiencia, que no hay reconciliación posible sin reparación y aquí la única reparación es identificar a las víctimas y entregar los restos a sus familias. Sólo así se pueden cerrar las heridas. Por eso estoy aquí".

A Alejandra Didier, también antropóloga forense implicada en la búsqueda de los ejecutados durante la dictadura chilena, hay algo que le llama la atención de las exhumaciones en España: "Todo esto ha salido de la iniciativa de la gente, no del Estado, como en Chile. Han pasado muchos años, los familiares son mayores, pero aquí participan codo con codo con los profesionales".

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Guillermo Vázquez ha venido, también en sus vacaciones, desde Guatemala. "Llevo ocho años trabajando en fosas como esta pero de desaparecidos de la guerra civil de mi país [1960-1996]. En Guatemala está todo muy reciente y en las exhumaciones hay viudas desconsoladas, gente que llora. Aquí, encontrar a un familiar es un motivo de alegría. Todos están deseando encontrar al suyo".

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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