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Reportaje:

Los infartos no esperan

Un vecino de Torrejón de 64 años muere tras sufrir un ataque al corazón en la calle - Una ambulancia llegó a los 25 minutos sin equipos para atenderle - La UVI móvil tardó 10 más

Pasaban algunos unos minutos de las diez y media de la noche del lunes cuando Pedro Trujillo Ríos, de 64 años, alcanzó el tirador de su portal de Torrejón de Ardoz. Allí cayó redondo. Cuando recuperó la consciencia, no recordaba nada. Era el primer anuncio del infarto que se cobraría su vida, la de un vigilante jurado recientemente prejubilado. Pedro falleció ayer unos minutos después de las dos de la tarde. "Qué puedo decir, que estamos destrozados", afirma Francisco Javier Gómez, sobrino político de Pedro. "La ambulancia vino demasiado tarde. Si no, tal vez seguiría vivo, qué sé yo, veinte o treinta minutos son una enorme diferencia".

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"Mi tío Pedro me dijo 'no me he desmayado' y yo le hice quedarse quieto", cuenta Javier. Eran las 22.42 cuando marcó el 112. Le pasaron con una doctora. Mientras, el tío se quejaba: "Me duele un brazo". El sobrino le explicó a la doctora, siempre según su relato, que Pedro estaba tomando medicación. "Le dije que tomaba pastillas, pero no me las sé de memoria. Le dije que algunas eran para la tensión, porque era hipertenso", afirma Javier.

Javier tenía el teléfono en la mano cuando su tío, sentado en el suelo, volvió a desplomarse. Según cuenta Javier, Pedro apenas podía moverse, y se atragantaba con su propia lengua. "Mi tío estaba mal y aquella señora insistía en que le pasase el aparato a Pedro. Yo le dije que no podía, que Pedro no podía hablar, que estaba mal, y que se ahogaba. Le rogué que mandase una ambulancia. Pero ella insistía en que quería hablar con él, que le contase qué medicación tomaba", añade Javier con la voz todavía quebrada.

Los vecinos colocaron a Pedro con la frente hacia el suelo para que respirase mejor. Javier afirma que seguía insistiendo en la gravedad del estado de Pedro, pero finalmente clamó por una ambulancia antes de colgar el teléfono para atender a su tío. "La mujer me volvió a llamar", narra Javier, "y me dijo que no tenía que haber colgado, e insistía en hablar con Pedro, aunque le dijera que no podía, y claro que estaba inconsciente, ahogándose".

Minutos más tarde, Javier llamó al 091, que le remitió al 092. Finalmente, llegó una ambulancia del Summa con un médico y un técnico, pero sin el equipo para atender un infarto. La Consejería de Sanidad afirma que esta ambulancia llegó en respuesta a la primera llamada, realizada casi 25 minutos antes. En la llamada se había estimado que el estado del paciente no era grave, ya que según el informe del 112 "el alertante había informado de que el accidentado se había mareado, y de que se encontraba orientado y caído en el suelo".

El médico de la primera ambulancia valoró que Pedro empeoraba y llamó a una UVI móvil, que se encontraba en Torrejón. Diez minutos más tardó en llegar la UVI. Los facultativos trataron de reanimar a Pedro durante más de una hora, pero no pudieron hacer nada y lo trasladaron al hospital Príncipe de Asturias, en Alcalá. "Tardaron casi una hora en llegar al hospital. No podían superar los 40 kilómetros por hora porque mi tío estaba muy grave. Sufrió ocho paradas cardiacas entre Torrejón y Alcalá". Cuando llegaron al hospital, las agujas habían ya rebasado la una y diez de la madrugada siguiente.

Ayer el hospital Príncipe de Asturias no informó sobre la muerte del paciente. Pedro vivía con Javier y su esposa desde hace más de veinte años. "No puedo entender cómo tardaron tanto en enviar una UVI. Queremos denunciarlo. Aquella doctora no hizo nada, sólo insistía en hablar con Pedro, y ahora está muerto. No hablábamos de un perro. Era la vida de una persona".

Una ambulancia del Servicio de Urgencias Médicas de la Comunidad de Madrid (Summa).
Una ambulancia del Servicio de Urgencias Médicas de la Comunidad de Madrid (Summa).
Pedro Trujillo Ríos.
Pedro Trujillo Ríos.

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