Seis años con la misma prehistoria
La Comunidad inicia una nueva campaña de excavaciones en el Valle Alto del Lozoya. Los responsables destacan desde 2002 la importancia del yacimiento en base a un hallazgo de 1979
El Gobierno regional lleva seis años rentabilizando la prehistoria de Madrid. Desde 2002 habla todos los veranos ante los medios de comunicación de dos dientes, un molar y un premolar, de un hombre del neandertal descubiertos hace 28 años en el yacimiento del Valle Alto del Lozoya, en el municipio de Pinilla del Valle (165 habitantes). Los científicos suelen ser cautos a la hora de dar a conocer sus hallazgos. Hallazgos que quizá sirvan para reescribir el pasado. En Lozoya no se reescribe desde 1979.
¿Y los últimos descubrimientos sobre el neandertal? Son los de ese año: las dos piezas dentales del homínido, según confirma uno de sus responsables. O sea, se convoca a los medios todos los años para presentar la campaña de excavación estival sin que haya novedades destacables.
Un molar y un premolar del hombre de neandertal son los restos humanos más antiguos de la región
El director del Museo Arqueológico Regional y responsable máximo de las excavaciones, Enrique Baquedano, tiene que pensar cuáles han sido los hallazgos más recientes. "Es complicado", arguye. Después de que el periodista formule la misma pregunta varias veces, la conclusión de Baquedano es: "No se trata de que un objeto sea más importante que otro, pero sí, los últimos son los de 1979. Pero insisto en que hay tres yacimientos, dos cubiles de hienas y un asentamiento del hombre de neandertal".
Los responsables de los trabajos se enorgullecen de que el primer madrileño viviera hace 90.000 años en la Cueva del Camino, en Lozoya. Señalan que éste es uno de los yacimientos más grandes de homínidos neandertales en Europa. ¿Cuál es el más grande del continente?, se le pregunta a Baquedano. Éste se sorprende con la pregunta. "Ah, no sé. Eso no lo sabemos. No nos interesa echar carreras", responde con seriedad.
El responsable del Valle del Lozoya añade que lo más interesante de esa época para el equipo de trabajo son las piezas. Pero sólo hay dos: el molar y el premolar. "Pero calculamos que el abrigo rocoso donde fueron encontradas tendrá unos 500 metros cuadrados", resuelve, con la evidencia de lo "que se adivina en el terreno". Baquedano imagina que son 500 metros. También concede que podrían ser 300, 400 o 600. "Pero serán espectaculares", subraya. Sólo hay excavados 42 metros cuadrados.
Pero el primer madrileño ni siquiera vivió en la Cueva del Camino, donde se encontraron los dos dientes. Ese lugar sólo lo habitaban las hienas, que devoraron al homínido. Entonces, ¿por qué aparecieron allí los dientes? ¿Dónde vivió el neandertal? "Ah, no sé", vuelve a decir Baquedano. "Viviría por la zona". Pero de su existencia por los alrededores no hay pruebas científicas.
Este periódico intentó sin éxito comprobar el estado de las piezas dentales del neandertal a través de una fotografía que sería enviada por el responsable de los trabajos en Lozoya vía correo electrónico. Su respuesta fue que eran difíciles de "mandar por su gran tamaño".
Las dos piezas molares no han sido sometidas a las pruebas científicas para datar con exactitud su antigüedad. No obstante, en estos casos los arqueólogos se apoyan en otros elementos para conocer su origen. "Sabemos que son de un neandertal porque aparecieron en un nivel de la tierra cifrado en 90.000 años. Y los neandertales son los homínidos que vivieron esa cronología", recalca. "Además, esos dos molares tienen una característica fundamental de los neandertales: el taurodontismo, que quiere decir que las raíces de los dientes están fusionadas y tienen más potencia para la mordida". El hallazgo, además, ha sido publicado en varias revistas científicas.
El prestigioso paleontólogo Juan Luis Arsuaga, director de Atapuerca (Burgos), es codirector de la excavación de Lozoya. Ayer, en la visita a los trabajos, apenas hizo declaraciones. Prefirió quedarse en un segundo plano. Entre otras pocas cosas, Arsuaga señaló que las excavaciones han dejado al descubierto algunos yacimientos de carnívoros y otros de homínidos. Él tiene esperanza en los segundos. "Esto ya va tomando otro color", suspiró junto al abrigo de Navalmaíllo, también hogar de neandertales, tomado por grandes brochas, cubos colmados de tierra y jóvenes con los ojos pegados a las rocas. Pero los directores reconocen que los restos de animales son mucho más abundantes que los de homínidos.
Éste es el quid de una encendida polémica. En los años anteriores a 2002, la comunidad científica no se ponía de acuerdo con los restos de Lozoya. Unos argumentaban que el yacimiento era un antiguo abrigo con una ocupación de homínidos. Otros investigadores consideraban que sólo era en realidad un cubil de hienas. Desde 1991 hasta 2002 las excavaciones permanecieron cerradas y soportando la erosión y la lluvia. La Comunidad de Madrid decidió atajar el problema. El Gobierno regional exigió ese año la creación de un equipo interdisciplinar de arqueólogos, geólogos y paleontólogos. Muchos de ellos pertenecían al equipo de Atapuerca.
Éste es el sexto año que se excava en el yacimiento, sólo durante un mes, entre el 15 de agosto y el 15 de septiembre. Y que se presenta a la prensa. En las prospecciones participan 100 investigadores de la Universidad Complutense, de la Rovili i Virgili (Tarragona) y del equipo de Atapuerca.
Ahora la Comunidad trabaja en un centro de interpretación de los restos de las excavaciones. Así podrán contemplarlos todos los ciudadanos. La campaña de este año cuesta 132.000 euros, con el patrocinio de Mahou y la gestión de la Fundación de la Universidad de Alcalá de Henares. Un presupuesto para reescribir la prehistoria madrileña.
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