Un gen de la curvatura
En las floristerías se puede encontrar de todo, pero las plantas del mundo real suelen tener las hojas planas. Parece una buena idea, porque las arrugas hacen sombra, y las hojas son los paneles fotovoltaicos de la planta. Si te fijas, sin embargo, las cosas planas son muy raras en la naturaleza.
"No deja de ser curioso", escribe Jorge Wagensberg en La rebelión de las formas, "que la línea recta esté prácticamente ausente de la arquitectura animal y de la naturaleza en general". A Wagensberg le deja perplejo que la línea recta domine sin complejos toda la arquitectura humana -con la significativa excepción de Gaudí-, cuando las cosas vivas prescinden de ella soberanamente.
Ser plano es extremadamente improbable. Una sardana adopta con naturalidad la forma circular y, como hemos visto estos días atrás, las perturbaciones turísticas no llevan a los bailarines a formar en fila ni en polígono, sino a adoptar un gradiente elíptico rematado en invaginación japonesa con curvatura negativa. ¿Dónde está la recta ahí?
Haberla hayla, porque una sardana no puede convertir su natural curvatura positiva en la antinatural curvatura negativa de la invaginación japonesa sin pasar por cero. Y curvatura cero significa ser una recta, justamente. ¿Pero cuántos sardaniers pueden presumir de curvatura cero? Uno o ninguno. Ser recto es tan improbable como ser un cero en la línea de los números reales. De aquí que las cosas del mundo sean curvas.
Las hojas no son líneas de bailarines, sino alfombras mágicas de bailarines: superficies que se pueden curvar de cualquier forma en el espacio de tres dimensiones al que llamamos mundo real. El grupo de Enrico Coen, del Centro John Innes (¿recuerdan al reverendo que le prestó abejas a Darwin?), en la ciudad británica de Norwich, ha estudiado una mutación llamada cincinnata en la boca de dragón (Antirrhinum majus).
La mutación convierte la vulgar hoja plana de esta planta en una pesadilla de fruncimientos y convolutas, no muy distinta de algunos ejemplares de floristería (que son mutantes en su vasta mayoría). Durante su desarrollo, la hoja del mutante cincinnata prolifera demasiado en las zonas cercanas a los bordes, causando un gradiente de curvatura negativa que se propaga desde el borde hasta la base de la hoja. Esto quiere decir que el gen cincinnata (en su versión normal) debe regular exquisitamente las tasas de proliferación en función de la distancia al borde, para que el resultado sea una hoja plana. Es un gen que entiende de círculos osculantes. Lo fácil es ser curvo: para ser plano tienes que meterte en arquitectos.
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