La tradición desbordada por los excesos
Unos alborotadores complican el desalojo de las plazas en unas jornadas finales marcadas por la lluvia y el hastío vecinal
Gràcia siempre ha presumido de la tradición de las calles engalanadas como la principal seña de identidad de su fiesta mayor, que concluye mañana. Sin embargo, las juergas, botellones y batucadas que toman las plazas del barrio por la madrugada ganan terreno en cada edición y amenazan con convertir los adornos callejeros en una reserva de la nostalgia, pese al numeroso público familiar que los disfruta de día.
Anteanoche no fue una excepción y los alborotadores volvieron a dejarse oír: un grupo de remisos a abandonar la parranda complicó a las 6.00 horas el desalojo de la plaza del Sol y se enfrentó con los Mossos en la calle de Torrent de l'Olla, aunque el altercado no pasó a mayores. Fue el lamentable epílogo de una jornada festiva que se alargó, como ya es costumbre por la tolerancia policial y del Ayuntamiento, hasta pasadas las 5.00 en algunas plazas y calles, como Rius i Taulet, Siracusa o el solar que los okupas toman desde hace tres años en Torrent de l'Olla sin ser molestados por los agentes del orden público.
Liberalia. Utopía Pirata. Así reza el cartel que da la bienvenida en ese recinto a sus numerosos parroquianos. El hastío vecinal por los excesos que se dan allí y en otros puntos calientes de Gràcia durante los festejos sólo es comparable a la resaca con la que se despiertan los más trasnochadores, juerguistas animados por el alcohol que anteanoche repitieron los hábitos incívicos con los que llenan de suciedad y malos olores las calles del barrio.
En cualquier caso no se trata de algo inédito y los organizadores de la fiesta oficial llevan tiempo buscando soluciones para aliviar la masificación, como la de apostar por espectáculos de pequeño formato o extender el perímetro de calles federadas. La plaza de Rovira, por ejemplo, hace dos años que acoge actuaciones durante las fiestas mayores. Jordi Martín, presidente de la asociación de vecinos de este enclave, explica que decidieron hacer actividades porque, cuando no organizaban nada, iban "los alternativos a ocupar la plaza y molestaban al vecindario".
No obstante, la cita alternativa ya tiene entidad propia y la noche del sábado repitió éxito de público con la actuación de Jaleo Real. Durante el concierto los asistentes utilizaron pirotecnia propia de los correfocs sin atender ningún tipo de medida de seguridad. La decisión de mantener abierto el metro toda la noche permitió que el barrio se fuera vaciando de forma escalonada, pese a la ruidosa insistencia de los más noctámbulos. Además, este año se han puesto en marcha pruebas piloto en algunas calles para intentar reducir el impacto del alto volumen de la música, uno de los principales motivos de las quejas de los vecinos. Pero todos, tanto organizadores como responsables del distrito, reconocen que los problemas asociados a esta multitudinaria fiesta son muy difíciles de resolver.
Como ya es tradicional, la lluvia tampoco podía faltar en la fiesta de Gràcia, si bien no consiguió aguar del todo la jornada. Por la mañana se anularon algunos actos a causa del interminente goteo, pero la mayoría de decorados aguantó el embate. En la plaza del Raspall, el propietario de un bar se mostraba preocupado porque la lluvia parecía no dar tregua. Los festejos son un negocio redondo para este tipo de comercios, pero una tormenta lo puede echar todo a perder.
Cerca de la plaza, en la calle del Progrés, el mal tiempo no impidió que curiosos y turistas, paraguas en mano, hicieran fotos a los decorados, que en esta edición no han padecido actos vandálicos importantes. Los vecinos de esa calle y de la de Llibertat improvisaron carpas para poder hacer la comida dominical que tenían programada, uno de los pocos actos en los que la tradición todavía reina.
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