Tropas de élite a las órdenes de los ayatolás
La Guardia Revolucionaria es el principal brazo militar de la república de Irán. Su misión es preservar la seguridad nacional y la aplicación de la ley islámica. Aunque el número de sus efectivos se considera un secreto de Estado, se estima que está integrado por entre 120.000 y 350.000 soldados, según los cálculos de los diferentes centros de estudios estratégicos.
Los guardianes de la revolución iraní, que están separados de las fuerzas militares regulares, fueron creados el 5 de mayo de 1979 por el ayatolá Ruholá Jomeini, fundador de la república islámica, quien no podía confiar en unas Fuerzas Armadas creadas por el depuesto sah. Los guardianes disponen de sus propios activos militares (tierra, mar, aire y fuerzas especiales) y recursos propios y autóctonos de espionaje, que destinan a proteger el régimen frente a los enemigos del exterior.
El cuerpo controla la milicia Basij, integrada por unos 90.000 soldados y 300.000 reservistas, y dispone de una base de apoyo de unos 11 millones de iraníes. Los guardianes desempeñaron un papel clave en la guerra que enfrentó a Irán e Irak entre 1980 y 1988. Tras el fin del conflicto, se intentó crear un comando conjunto. Pero sus lazos con el Ejército regular se limitan al control de las fronteras externas y la defensa. Dispone de baterías de misiles de larga distancia Shahab-3. Su papel está siendo cada vez más relevante en la política interna del país y también en la vida económica.
Al frente de este cuerpo paramilitar está el general Yahya Rahim Safari. El presidente Mahmud Ahmadineyad integró esta guardia revolucionaria durante la guerra con Irak, así como numerosos ministros y parlamentarios iraníes. Y su sello ha servido de inspiración para otros grupos paramilitares como Hezbolá en Líbano. De hecho, se cree que Teherán envió a sus propios soldados para luchar con Israel durante la invasión de 1982.
EE UU le acusa de desempeñar un papel activo en la desestabilización de Irak, suministrando armas a la insurgencia chií.
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