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Reportaje:ÓPERA

La lucidez rossiniana

Excitante representación de la ópera 'La gazza ladra' en el Festival de Pesaro

Dijo en cierta ocasión Georges Steiner que los festivales de verano alcanzan su razón de ser cuando desde ellos se puede acceder a propuestas artísticas que no se dan durante el resto del año. De los festivales se espera una cota de experimentación, un punto de locura, una vuelta de tuerca hacia el conocimiento desde lo imprevisible. Este verano estaba la cosa muy chunga en este terreno. El festival Rossini de Pesaro ha presentado, sin embargo, con La gazza ladra, un espectáculo lleno de sugerencias, novedoso, con audacia. Un espectáculo que dignifica y da sentido a un festival. Iba casi de tapadillo a la sombra de un Otello con Juan Diego Flórez en el cartel. Sobre el papel, el reparto vocal era sólido, pero los directores musical y escénico suponían un riesgo por su juventud. Falsas alarmas. Tanto el chino Lü Jia como el veneciano Damiano Michieletto pasaron con imaginación y rigor la prueba de fuego. No hay quien encuentre ya una localidad en Pesaro para las próximas funciones de este espectáculo.

La soprano granadina Mariola Cantarero está sensacional, con una sensibilidad a flor de piel que arrasa con todo

Vaya por delante una precisión. La gazza ladra es una de las mejores óperas de Rossini, en su combinación de retrato ambiental, tragedia rural y social, palpitación vital y fuerza rítmica. Musicalmente es arrolladora, con una obertura deslumbrante que aparece en momentos trascendentales del desarrollo. Luego está la inspiración melódica, la faceta constructiva, la alegría de sentir. La soprano granadina Mariola Cantarero encabeza el reparto. Está sensacional, con una sensibilidad a flor de piel, que arrasa con todo. La mitad de la representación canta descalza y con los pies en el agua. No le afecta. Desgrana meticulosamente el personaje de Ninetta, a medio camino entre la pasión y el análisis. Alex Esposito, Michele Pertusi, Manuela Custer la acompañan en un recorrido lleno de musicalidad y entrega. El chino Lü Jia elige acertadamente los tempos, tiene una precisión rítmica impecable y obtiene un sonido ligero y a la vez con cuerpo de la orquesta Haydn de Bolzano y Trento. Una sorpresa, más bien un sorpresón, esta oleada de frescura.

El director de escena, Damiano Michieletto, es también un pipiolo. Su experiencia operística es muy limitada. Hizo de ello virtud. Desenvuelto, con desparpajo, consiguió imágenes plásticas y situaciones insólitas que permitieron la contemplación de esta ópera desde una órbita muy diferente a la habitual. Todo ello desde su interpretación de la "locura organizada", de la que habla Stendhal al referirse a Rossini. La "urraca ladrona" que desencadena el conflicto está encarnada por una actriz-gimnasta que introduce una realidad paralela complementaria a la estructura de la historia y a la ambivalencia rossiniana. La fantasía más o menos colorista desemboca en una sordidez crítica después de la detención de Ninetta. Llueve a mares e inunda el escenario, determinando una estética "acuática", a la que se añaden tubos, velas o sillas, jugando con imágenes que, curiosamente, en su desasosiego, no le sientan mal a una música que mantiene por encima de todo su alegría y su vitalidad.

Y en todo este juego de ambigüedades entre la música y las imágenes se hace una crítica sarcástica de una aplicación de la justicia que permite una pena de muerte por el robo de una cuchara, que además no fue tal, sino la travesura de un pajarraco que pasaba por allí. Los cantantes-actores bordan sus cometidos, el director musical da alas a la orquesta y el equipo escénico se encarga, sin caer en trivialidades, de buscar el lado oculto de la genialidad de un músico que parece que no rompe un plato nunca y sin embargo construye unos mundos fascinantes y profundos, con un principio tan transparente como el de "melodía sencilla, ritmo claro".

El éxito fue arrollador para una buena parte del público que se negaba a abandonar la sala haciendo salir a saludar a los artistas una y otra vez. Para nuestra Mariola Cantarero tal vez, hasta ahora, sea el momento más excelso de su carrera. Enhorabuena.

Una escena de <i>La gazza ladra, </i>de Rossini, representada en el Festival de Pesaro.
Una escena de La gazza ladra, de Rossini, representada en el Festival de Pesaro.

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