Me voy del barrio por unos días
Hay vecinos que se ven obligados a abandonar el barrio de Gràcia durante la Fiesta Mayor por el ruido
"Cerraré la ventana, pondré el aire acondicionado a tope y, a lo mejor, me tomo una pastillita". Una vecina del barrio de Gràcia se asoma a la ventana y define así las noches que pasará durante las fiestas mayores del barrio. Ella no tiene "dinerito" para irse esta semana de vacaciones.
Existe una cara de la moneda, en Gràcia, formada por un grupo de habitantes que decide abandonar el barrio durante las fiestas, que inaugura hoy el encargado del pregón, el secretario de UGT en Cataluña, Josep Maria Álvarez (plaza de Rius i Taulet, 19.00 horas). No es que a estas personas que se exilian durante unos días no les gusten las fiestas. El ruido y la suciedad -en realidad en su apogeo durante esta semana festiva- son los dos motivos de peso para marcharse.
"O te apuntas a la fiesta o es imposible trabajar", dice la dueña de una tienda de dietética
En casa de Ana Pomarés y Jordi Nosàs, en la calle de Tordera, han llegado a un acuerdo tras varias reuniones familiares. Estarán unos días fuera, pero volverán el fin de semana. A ella, gracienca de nacimiento, le encantan las fiestas; mientras que él no puede soportarlas.
Jordi lleva ocho años viviendo en el barrio de Gràcia. Considera que las fiestas han perdido el sentido con el que nacieron. "Se valora más por la cantidad de gente, que por la calidad del evento. Unas fiestas con cordón policial indican que alguna cosa no funciona", dice.
La vecina de Jordi, Elisa Fiol, también se va, pero por un motivo de peso. Su motivo se llama Neus y está previsto que nazca el próximo 20 de agosto. En una de las paredes de su casa se apoya el escenario situado en la plaza de Raspall. De su balcón cuelga el cable que conecta el altavoz.
"Nos vamos a dormir a casa de un familiar en Sant Gervasi. En mi estado no puedo estar aquí, pero tampoco me puedo marchar fuera de Barcelona. Durante las fiestas, tengo decenas de decibelios dentro de casa", explica Elisa.
Para el presidente de la Federación Fiesta Mayor de Gràcia, Ricard Estruc, es cierto que hay vecinos que se van, pero otros muchos interrumpen sus vacaciones el día 13 de agosto para regresar al barrio y vivir la fiesta.
"Es una semana al año, aunque es cierto que la Fiesta Mayor sufre una concentración importante al año", dice Estruc. El presidente de la Federación apunta que el ruido "es un problema que, desgraciadamente, en Gràcia se vive continuamente".
En el edificio de Elo Bernard, en la calle de Terol, la comunidad en pleno emigra cada mes de agosto. "Nos llega el ruido de la Virreina, de la calle de Torrijos, del Raspall... Por norma, todos los vecinos nos vamos", afirma.
Alicia Luque regenta la Herbodietética de las Maravillas en la calle de Fraternitat. Cerrará su negocio durante estos días. Abrió el primer año, pero no funcionó. Mucho ruido y poca venta para un producto singular. "Tengo una clienta muy simpática que tiene una bodega y se ve obligada a abrir para abastecer a los bares. Me explica que se cuelan en su local y meten la cabeza en la nevera para refrescarse". Alicia sentencia: "O te apuntas a la fiesta o es imposible trabajar en estas condiciones".
La gente mayor y las parejas con niños pequeños son los que más sufren los efectos colaterales nocturnos de estas fiestas mayores. Sobre todo los que viven cerca de las plazas y los escenarios de los conciertos. Victoria Sanjuán tiene 70 años y vive en la calle de Puigmartí. "Allí donde se celebra la Fiesta Mayor", dice. Victoria no estará en Gràcia. Ha optado por pasar unos días en Tossa de Mar. "Cada año me voy. Ya nada es igual. Ahora gritan mucho. Gràcia parece una casa de locos. Antes eran fiestas más familiares".
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