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Columna
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Sevilla tuvo que ser

El balompié vuelve a nuestra existencia. La gran cabalgata comienza esta noche con un partidazo de lujo. Sevilla y Real Madrid se disputan la Supercopa en partido de ida. El gran espectáculo del fútbol cotidiano debuta con alto riesgo sentimental: duelo de pelotas entre dos capitales que siempre se han entendido. Los sevillanos funcionan aquí como perro por su casa, y viceversa. Lo de hoy es un ajuste de cuentas entre dos amantes en presencia de plebe con ganas. Mucho morbo. La Macarena contra La Paloma. El chotis, a por las sevillanas. Giralda, de morros; Cibeles, de uñas. Candelas, a por El Tempranillo. Colchoneros arrejuntados con béticos, o al revés. Dada la presunta caballerosidad de ambos equipos, no es previsible que se agarren de los pelos ni perpetren insensateces ofensivas para el decoro de menores, señoras de edad y partidores de piernas.

Al margen de otras consideraciones, el fútbol es un magnífico observatorio de la naturaleza humana, las pasiones y los fanatismos. Por si fuera poco, provoca también conversaciones de bar que a veces llegan a lo esperpéntico o a la sabiduría. Ayer por la mañana, a la hora del aperitivo, en una cervecería de Prosperidad, un señor mayor nos dejó atónitos cuando le pedimos su pronóstico del Sevilla-Real Madrid. Es un parroquiano que jamás se mete con nadie, caballero discreto y educado que se enfrasca en sus periódicos y su vermú con sosiego. Le llaman El Profesor, trata a todo el mundo de usted y sólo habla cuando se le pregunta. Lo hace de una forma que para sí quisiera Cicerón. Con palabras certeras, casi telegráficas, vaticinó así el partido de ayer:

-Durante el partido tendrá lugar el punto culminante de la lluvia de las Perseidas, también llamada lágrimas de San Lorenzo. Es luna nueva, que invita a lo dulce, a la leche merengada. La Vía Láctea está de nuestra parte. El Madrid ganará 0-2. Marcarán un rubio y un sabio. La historia hará justicia. Hoy hace 88 años que se creó la Federación de Clubes de Fútbol. Sevilla tuvo que ser nuestra primera presa. Lo siento por su lunita plateada.

Si acierta, creo en brujos. Escribo esto horas antes del encuentro.

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